Su nombramiento, no fue producto de un consenso concordante con la comunidad política en general, ni en especial con los ciudadanos que eligieron a Campo Elías Teherán como alcalde de Cartagena, su cuestionable designación, su dudosa militancia en el movimiento que inscribió al alcalde electo Campo Elías Teherán, hacen su nombramiento, injusto, antidemocrático e impopular.
La razón de ser de la elección de Campo Elías Teherán partió de la creencia que este significaba un cambio de rumbo, una manera distinta de administrar lo público, en rechazo a las tradicionales formas del ejercicio de la política y del gobierno en Cartagena, y aunque el alcalde electo no cumplió las expectativas sino que fue capturado por el sistema, por el “el régimen” ello no muta las creencias y sentimientos que determinaron su elección.
La designación de Carlos Otero Gerdts, fue producto del perfil autocrático de la democracia presidencialista Colombiana, de los intereses del partido de Gobierno, del partido de la U, para favorecer intereses personales, nacionales y locales, con miras a las elecciones atípicas para la alcaldía de Cartagena, las del congreso y la reelección del presidente Santos, porque Otero, fue uno de los gerentes de campaña del presidente.
Carlos Otero Gerdts, como dijera el grupo de profesionales por la defensa de Cartagena, “representa más de lo mismo”, porque no se identifica con los sentimientos y propósitos de los electores que anhelando un cambio eligieron a Campo Elías Teherán como alcalde, esto, por el perfil de Otero; su militancia política, choca con los principios y valores de la voluntad popular expresada en las urnas el 30 de Octubre del 2011.
La Ilegitimidad de Otero Gerdts es evidente, él no es el alcalde electo, no representa ni encarna los deseos de cambio, ni la esperanza hoy latente que motivó la elección de Teherán, pero él no se ha percatado de ello, porque actúa como propietario de un mandato que no ha recibido, simplemente, porque nadie ha votado por él, por tanto sus competencias administrativas están política y éticamente limitadas.
Su designación como alcalde es un ataque a la soberanía popular y a la ética política que la democracia no soporta, porque la soberanía es “ inalienable e indivisible”, nos enseña Rousseau, por tanto la voluntad popular que eligió a Campo Elías Teherán alcalde debe respetarse aunque éste haya fallado y esté ausente.
Por ello, la sociedad civil debe promover la participación ciudadana o la democracia directa para escoger el reemplazo temporal de Campo, ello todavía es posible, para que la alianza social indígena, ahora independiente, no siga fungiendo como única ama y señora de una elección que no le pertenece, porque su intervención, su aval fue accidental, casual y coyuntural, porque lo votos no son propiedad de nadie sino de los electores.
Adenda: No voté por Campo Elías Teherán.
Abogado y profesor universitario: alcidesarrieta77@yahoo.es
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