“A quien madruga, Dios le ayuda”, suelen decir los que creen en Dios y eso se lo oía a mi madre desde que era muy pequeña y además de eso, “el tiempo es oro”, y hay que ser productivo porque “El ocio es la madre de todos los vicios” y “El trabajo fortifica a pesar de la fatiga que provoque” y, hay que trabajar para poder vivir y darse unos gustos, porque no todo es moler y moler. El esparcimiento es el mejor ejercicio para el alma y podemos comportarnos con mayor alegría, más respeto hacia los demás, más tolerancia, aceptación, y podríamos encontrar equilibrio en la tierra y en los seres humanos que parece están sueltos de madrina y arremeten insensiblemente contra el resto de la humanidad por un fajo de billetes, por una ideología, por un mandato, por obsesión, por hegemonía, por locura, por debilidad, por falta de infancia, por falta de amor…
Siempre existirá una razón para la ambición y el país no aguanta más una molécula de corrupción, delitos y delincuentes, no hay cárcel para tanta gente. ¡Qué horror! A tres de mis compañeros de trabajo, también siguiendo los consejos de sus madres, que madrugan a las 4:50 AM para llegar a tiempo hasta donde los recoge la ruta para llevarlos a su trabajo y así continuar con lo del ciclo: si no madrugas no puedes trabajar y si no trabajas te quedas sin producir para poder vivir y si te quedas de vago la vida se te vuelve un caos y tu mente es un caldo de cultivo para delinquir. Esto parece un trabalenguas, pero es la madrugada la que abandera la situación, y mientras van llegando al paradero, aparece el atracador a las 6:00 A.M, con su cara de yo no fui.
A mi compañero Charpentino, le sacaron la fría, no una cerveza sino un metal helado incrustado en su costilla derecha, -dame el celular- le dice el atracador, que caminaba a su lado; mi compañero agranda los ojos emocionado cuando ve acercarse una moto, le hace un gesto al conductor para pedirle ayuda y éste se acerca más y dice a su secuaz, -también el reloj.
Y siguiendo con los dichos “No dar papaya” es el lema de la policía y de quienes a diario se ven expuestos a situaciones denigrantes y sorpresivas. Mi otra compañera, embarazada, le hicieron lo mismo y hasta se llevaron sus llaves, que a nadie le sirven. Cartagena cada vez está más desordenada, más insegura, más indignante, porque la integridad física y moral a la que todos tenemos derecho, según las leyes, hechas por el mismo hombre para el hombre, y que son perrateadas por el hombre que las hizo y que debe hacerlas cumplir. Y como nada es grave, estamos patas para arriba. “Sufragantes lunáticos”, otro de los dichos.
*Columnista
licorcione@gmail.com
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