Columna


¿Quién puede sembrar la paz?

PADRE RAFAEL CASTILLO TORRES

15 de mayo de 2016 12:00 AM

Hace unos días, al finalizar la misa, una señora me dijo: “Padre, por favor, no le meta política a la misa”. Sorprendido le pregunté: ¿Cuál fue el mensaje político de la misa? Ella expresó que no debía mencionar ni a Santos ni a Uribe, ni a los paramilitares ni a los guerrilleros sino que debía hablar de la Palabra de Dios. El Evangelio de ese día decía: “La paz les dejo, mi paz les doy; no se las doy yo como la da el mundo. Que no tiemble vuestro corazón ni se acobarde”.

Creo que a algunos católicos nos hace falta conocer, con mayor hondura, la Palabra de Dios; beber más en la Doctrina Social de la Iglesia y abrirnos con sinceridad al proyecto humanizador de Dios en nuestras relaciones.

Los primeros cristianos, a diferencia de nosotros, se saludaban deseándose la paz. No era algo rutinario sino una experiencia con significado profundo. ¿Qué habrá querido expresar el apóstol Pablo cuando exhortó a la comunidad de Colosa diciéndoles: Que la paz de Cristo reine en vuestros corazones?

La paz de Dios no se puede confundir. No es ausencia de conflictos y tensiones. Tampoco es bienestar general o búsqueda de tranquilidad interior. Es regalo y herencia de Jesús: Les dejo la paz, les doy mi paz. Es un don que debemos contagiar por donde pasemos. Es la primera tarea para que el Reino abra caminos más sanos y justos. La intención de Jesús cuando envío a la misión a sus amigos fue muy clara: “En la casa en que entren, digan primero: paz a esta casa”.

Para humanizar la vida, tan despreciada en Colombia, lo primero es sembrar paz, no violencia; promover el respeto, el diálogo y la escucha mutua, sin imposiciones ni dogmatismos.

Hagámonos estas dos preguntas: ¿Por qué ha sido tan difícil la paz para nosotros? y ¿Por qué se repiten los enfrentamientos y agresiones? La palenquera, que vende frutas en la plaza de Santo Domingo, me respondió: “Porque sólo los que tienen paz en su corazón pueden ponerla en su casa y en la calle”. 

Según la palenquera cualquiera no puede sembrar paz. Un corazón resentido, intolerante y dogmático puede mover gente... pero no aportará ni paz ni convivencia. Jamás ayudará a acercar posturas, a crear un clima de amistad y de mutua aceptación.

¿Qué es lo que identifica una persona que lleva en su interior la paz de Cristo? Busca siempre el bien de todos, no excluye a nadie, respeta las diferencias, no alimenta la agresión y jamás fomenta lo que enfrenta.

¿Cuál es el aporte a la paz de los cristianos? ¿Aportamos concordia o división? ¿Reconciliación o enfrentamiento? Y si no llevamos la paz en el corazón sería bueno saber qué es lo que llevamos: ¿Miedos, intereses, ambiciones, irresponsabilidad? Conviene hacer el examen.

*Director del PDP del Canal del Dique y Zona costera

PADRE RAFAEL CASTILLO*
ramaca41@hotmail.com
 

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