Columna


Racismo latente

JORGE DÁVILA-PESTANA VERGARA

11 de julio de 2015 12:00 AM

El plato racial está en el menú de los Estados Unidos. Lo sucedido en Charleston no es un hecho aislado. Es la radiografía del país, que muestra brotes recurrentes de discriminación racial. La matanza perpetrada por Dylan Roof en la iglesia Episcopal Metodista Africana, convertida desde su fundación en 1816, en símbolo de la lucha contra la esclavitud, lleva toda la carga contundente y alevosa de una sociedad enferma, que aún no se cura de un racismo latente.

La masacre en Carolina del Sur ocurre en el mismo estado que eligió y mantuvo durante 47 años al desaparecido congresista Strom Thurmond, quien propagó las ideas discriminatorias de mantener al país segregado racialmente. Es el mismo estado que temiendo en 1860 que Abraham Lincoln aboliera la esclavitud, prefirió separarse de la Unión americana.

Si bien Lincoln al abolir la esclavitud estaba convencido de la libertad de las personas, por otro lado consideraba que no debía haber igualdad racial. Compartía la convicción de la mayoría de los estadounidenses de su tiempo, de que los negros no podían ser asimilados en la sociedad blanca. Y así lo dejó escrito en un discurso al señalar: “No tengo ningún propósito de introducir la igualdad política y social entre las razas blancas y negra. Hay una diferencia física entre los dos que, a mi juicio, hará probablemente prohibitiva su convivencia a un nivel de perfecta igualdad”.

La anterior es una herencia visceral cargada a través de siglos, la cual subyace en la mente de muchos norteamericanos y aflora de diferentes maneras cada cierto tiempo.

Al presentar el presidente Obama su plan de reforma a la salud en el 2004, una manifestación en contra de ella en Washington empuñaba pancartas que decían: “Mándelo de vuelta a Kenia” o “No convierta a EU en un país del tercer mundo, regrese a África”. ¿Cuántos de esos manifestantes extrañaron a la Sociedad Americana de Colonización y a Liberia?

La bandera confederada, símbolo de supremacía blanca y odio racial, ondeaba hasta hace poco -en un acto de provocación-, en el Capitolio de Carolina del Sur, lo que hizo que el exgobernador de Massachusetts y excandidato presidencial del 2012, Mitt Romney, exclamara en su cuenta de Twiter: ”quitadla ahora, para honrar a las víctimas de Charleston”. Pareciese que el fantasma de Jim Crow aún rondara a Estados Unidos, tras el supuesto fin de la segregación racial hace 50 años.
El asesinato cometido por el desquiciado Dylan Roof, aparte de que hay que mirarlo desde la óptica siquiátrica, demuestra la sintomatología de una enfermedad que padecen ciertos sectores de la sociedad americana, sin que exista hasta ahora un diagnóstico preciso que permita prescribir la medicina que la cure.
jorgedavilapestana@hotmail.com
 

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