Columna


Razonemos antes de votar

BERNARDO ROMERO PARRA

21 de febrero de 2018 12:00 AM

En la acera frente al Tribunal Administrativo de Bolívar, en Cartagena, una madre de escasos 16 años con su bebe en brazos pide ayuda a los transeúntes. Hablo con ella y dice que es de Venezuela, que se vino con su marido para no morirse de hambre, y llega alguien y le regala un paquete de paños desechables. Es una escena que se repite por doquier y evidencia el drama del pueblo venezolano, de igual forma en otros sitios de la ciudad  hay  hombres y mujeres, especialmente jóvenes vendiendo dulces, café, agua y hasta conduciendo vehículos colectivos, por no mencionar la infinidad de actividades en que están inmersos.

El escritor ruso Daniel Estulin, en su visita a Cartagena en el 2015, durante el seminario "Visión de los Problemas Geopolíticos y Sociales del Mundo",  pronosticó que Venezuela estaba en riesgo de desaparecer como estado y que los países vecinos debían cooperar para que eso no sucediera, pues serían los directos afectados por la migración y demás daños colaterales. Tres años después hay una diáspora como efecto de los errores políticos de un gobierno revolucionario que fallo en el afán de brindar bienestar a su pueblo.

Los resultados de las elecciones presidenciales en Venezuela en el 1998 dieron el triunfo a Hugo Chávez Frías, del Movimiento V República y una coalición de partidos de izquierda. Se vivía en ese país el descontento contra una clase política desprestigiada que no había sido capaz de solucionar los grandes problemas sociales. Colombia enfrenta hoy una situación política similar, donde los partidos tradicionales, permeados por la corrupción, no generan confianza en el electorado, por lo que se avizora un castigo electoral en los comicios presidenciales que podría llevar a ganar la primera vuelta a un candidato de la izquierda.

Surgen los interrogantes: ¿En la dirección del Estado no se cometerán los desaciertos políticos y económicos de provocar la fuga del capital, la falta de inversión extrajera, la hiperinflación, la perpetuidad en el poder en contra de la voluntad popular, la persecución y violación de derechos civiles a la oposición, la censura a la libertad de prensa, entre otros males? Como no conocemos respuestas que aclaren estas dudas, lo mejor es votar por otra opción que se comprometa a depurar la forma de gobernar, derrotando la corrupción, sin sectarismos, ni extremos que arriesguen nuestra débil democracia. Votemos por la paz, la reconciliación, la educación y la juventud de Colombia.

*P.U. Comunicación Social Periodismo

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