Columna


Recordando a Fidel

GABRIEL RODRÍGUEZ OSORIO

18 de diciembre de 2017 12:00 AM

El pasado 25 de noviembre cumplió Fidel un año de su muerte, y su legado es un verdadero desastre, dejando el país sumido en una gran penuria.

Nadie puede explicarlo, ni siquiera los sociólogos, porque un dictador de izquierda, que ha sido un detractor de la vida de un pueblo, causante de la destrucción de su economía y violador de todos sus derechos civiles, llegando hasta el fusilamiento de sus opositores, no es considerado un dictador, sino un revolucionario.

Fidel es un mito y una falsedad histórica de los intelectuales de izquierda. Castro  es un falso positivo, porque el pueblo cubano no ha hecho más que retroceder en todos sus indicadores sociales. Cuba antes de Fidel tuvo uno de los mejores salarios mínimos rurales del mundo, mejor que el de muchos países europeos. Y tenía también el mejor salario industrial de América Latina, y su industria azucarera llegó a producir en 1958, 8 millones de toneladas anuales, mientras hoy produce 800 mil toneladas. Es decir, ha tenido un gran retroceso.

Cuba tuvo uno de los mejores sistemas de salud, mejor incluso que el de Canadá y EE. UU.  Y su sistema de educación era el segundo mejor de América. Cuba tuvo los mejores indicadores sociales, siempre se mantenía entre los 8 mejores del mundo. Hoy no tiene ni de qué vivir y lo hace de la limosna que le dan otros países, ya que el marxismo desmontó su aparato productivo. Hoy a partir de la caída de la economía venezolana la reducción de la capacidad de consumo del cubano ha disminuido considerablemente.

¿De qué vive Cuba hoy? De las remesas que mandan los cubanos que viven en el exterior, del turismo, incluido el preocupante turismo sexual que va en aumento porque el cubano además no puede participar de la riqueza que genera este renglón de su incipiente economía. De la venta de servicios médicos, y de prestar servicios de contra inteligencia.

Cuba tuvo como ningún país de América una gran infraestructura vial y portuaria, que es la que aún persiste y que ha no crecido ni un metro desde la famosa “revolución”. Toda esa prosperidad la acabó el dictador en su enajenación, porque Fidel no es más que un psicópata escondido en un áurea mesiánica. Quienes dicen que fue él quien posicionó el sistema de salud y de educación es una mentira, porque siempre los cubanos tuvieron el mejor, y sí, estaba sujeto por supuesto a ser mejorado, pero sin necesidad de hacer todo lo que hizo, destruyendo su pujante economía y mucho menos fusilando a sus opositores.

Hay que reconocerle su capacidad de liderazgo, su empecinamiento y la enjundia típica de su genética gallega. Pero a Castro lo único que le producía ese coraje, era el odio que le profesaba a su padre (Fidel era hijo natural), esa fue siempre su motivación, destruir la imagen de su padre (el pueblo). Era tanto su odio que fue al primero que le expropió sus muchas hectáreas de tierra.

gabrielrodriguez@ibrinmobiliaria.com

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