Como un avance en la profundización de las costumbres democráticas fue vista en su momento la reelección presidencial en el país. Se esperaba como siguiente paso, hacerla posible en gobernadores y alcaldes, porque nos habíamos convertido, con esos gobiernos efímeros, que no permiten culminar ningún plan importante, en una especie rara en el mundo; aún en el vecindario.
Pero la politiquería colombiana, avarienta de poder, así sea por un ratico, no para llevar a cabo transformaciones importantes, sino para “sentirse ellos mismos importantes” y llenarse los bolsillos, acabó lo que costó tanto aprobar. “Luchas por el poder más que desequilibrio de poderes”. Si el poder mana del pueblo ¿cómo es posible que los mismos que lo representan, con un mico, le hayan arrebatado el poder de elegir y reelegir a su entera voluntad?
Es inconcebible que la clase política pueda más que el deseo de un pueblo. Como también, que gobiernos se hagan reelegir contra esa voluntad. Esta última conducta era la que había que evitar por todos los medios, sin tumbar la reelección, en mi sentir, el mayor logro político de los últimos años. La mediocridad que nos distingue, prefirió regresar al pasado, que nos había impedido dar el salto hacia adelante que logró el ex presidente Uribe, que seguir avanzando.
Así como el ex presidente Uribe estaba logrando un mejor ciudadano, a base de sermones, y buen ejemplo, esta clase política difícil de extirpar, está reproduciendo nuevamente ciudadanos iguales que ellos. Acabó hasta con principios de conducta que habían sido rescatados, como la transparencia, la meritocracia, el dialogo público constructivo, la controversia, la búsqueda del poder político desde la base, y no a través de los partidos, entre muchas más.
Qué tristeza reconocerlo: todo lo bueno del país sucedió en esos 8 años, y todo lo peor está por venir en estos 8 años que siguen. El pueblo no eligió a Santos, lo eligió la clase política, y la guerrilla, porque él es un astuto político sin ningún voto en su haber, todo a crédito. Para lograrlo terminó haciendo alianzas con los contrarios.
Esto más que democracia, se parece a mafias repartiéndose territorios y poder: pactos de no agresión; cada uno haga lo suyo en su terreno, y todos en paz, como se repartían los reinos, los ejércitos, en el pasado lejano.
Como van las cosas en Cuba el próximo paso que se nos viene será una dictadura, porque ellos si saben que, cambiar el sistema económico que nos rige (el capitalismo moderno) por uno comunista, obsoleto y retrogrado, toma mucho tiempo y represión. Y visto así, a quien más estorbaría la reelección es a la propia guerrilla, porque les retarda la toma del poder, conducción para poder, estando en él, implantar una dictadura de izquierda.
Los inversionistas se marchan, ya ni la posesión de varios TLC´s y una moneda devaluada los estimula.
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