Columna


Reforma educativa

RUDOLF HOMMES

23 de febrero de 2014 12:15 AM

Aprovechando la sugerencia de Moisés Wasserman para reglamentar muchos aspectos de la educación superior que andan sueltos, es necesario revisar otros que también deberían tenerse en cuenta al proponer una nueva ley educativa o en las discusiones virar la política de estado para la educación superior.

El acceso a la educación superior debe ser uno de los principales focos de atención. Como hoy está organizado el sistema, los estudiantes de hogares de mayores ingresos tienen mayor acceso. Para el resto de la población, se prefiere explícitamente a los más inteligentes y a los de familias con más educación, que son los que califican en las pruebas de ingreso. Por eso, el estudiante típico de las universidades públicas no es de estratos uno y dos. Los estudiantes de estos estratos, excepto los más brillantes, no tienen acceso a las mejores universidades públicas y menos a las privadas. En cada generación se reproduce y acentúa la mala distribución de oportunidades.

Para romper este cuello de botella de la movilidad social hay que saber qué se desea alcanzar. En el medio universitario, sobre todo en las universidades más prestigiosas, se enfatiza mucho favorecer a los mejores. Esto nace del deseo de mantener o mejorar el nivel académico, un objetivo razonable, pero recluta a los mejores y más capaces y excluye al resto, los más pobres y los que florecen más tarde en la vida.

La reforma educativa que se gestaba en Alemania antes de Hitler puede ser un espejo. Creaba caminos para que la clase obrera tuvieran acceso al bachillerato clásico, que les abriría las puertas de la universidad, y para que los miembros de la elite pudieran aprender oficios. Se evitaba así que desde muy temprana edad se definieran cuáles serían las opciones de los jóvenes y que los de origen popular estuvieran condenados a ocupar los puestos más bajos. Los mismos propósitos referidos al ambiente institucional colombiano deberían estar en la discusión.   

Posiblemente se requiera integrar la educación técnica y la educación para el trabajo con la educación superior, pensar en educación remedial o niveladora y crear vasos comunicantes entre instituciones y puertas abiertas para que estas otras formas de educación pos secundaria no sean callejones sin salida sino escalones de ingreso a las universidades en el tercer o quinto semestre. Esto exige rediseñar la educación media y crear las reglas y los estándares para operar estas instituciones y su coordinación con las universidades y los colegios. Los mejores colegios privados ya les permiten a los estudiantes de los cursos superiores de bachillerato tomar las materias del programa básico de las universidades con las que tienen convenios. Los colegios públicos deberían ofrecer esta posibilidad en coordinación con universidades públicas y privadas.

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