Columna


Reformas y unidad

GIL ALBERTO FALCÓN PRASCA

15 de abril de 2016 12:00 AM

Se requiere una profunda reforma del sistema político y electoral que permita una apertura democrática y una posibilidad competitiva en la lucha electoral por la disputa de los espacios institucionales del Estado.

 

Aquí en Colombia se premia la deshonestidad, para ser político exitoso hay que ser corrupto, mentiroso, deshonesto para engañar al pueblo.

Es un drama para la democracia colombiana ver cómo de las elecciones cada cuatro años se reafirma la clase dirigente macrocorrupta, o salen otros liderazgos hereditarios, las mismas familias enmarañadas en el clientelismo.

Hoy este país es una vergüenza para todos los colombianos, vivamos donde vivamos, un gobierno, congreso, justicia politizada y corrupta, en todos sus niveles.

El procurador no cumple con su deber de sancionar las mafias de funcionarios públicos corruptos, su administración se ha dedicado a favorecer a los victimarios y proteger a los condenados de la administración de Uribe.

Por ello se pone al orden del día la lucha por la reforma constitucional integral y democrática que facilite avanzar en construir espacios institucionales y sociales de gobierno y de poder.

Es urgente reformar y tecnificar el sistema electoral, que asegure el voto libre y elimine las prácticas de corrupción y clientelismo que imperan en las elecciones.

Para este propósito se requieren, particularmente, la financiación total y exclusiva de las campañas electorales por el Estado; los estímulos y sanciones que promuevan sensiblemente la participación electoral (el llamado voto obligatorio). Se necesitan otras propuestas institucionales como implementar el voto electrónico.

También es inaplazable que la Registraduría, sin excepción, use la autenticación biométrica de los jurados de votación, las comisiones escrutadoras y de la inscripción de cédulas.

La lucha por la unidad interna e internacional de los demócratas y la lucha por construir el proyecto político alternativo sigue en pie. También el compromiso por la unidad de todas las fuerzas políticas y sociales de la democracia, las existentes y las que nazcan de los acuerdos de paz.

Debemos avanzar con las tareas democráticas de resistencia para defender los derechos políticos y sociales, en una estrategia de poder hacia el 2018. Es inaplazable que Colombia transite en el 2022 a un gobierno auténticamente democrático. Hay que empoderar al Frente Amplio y articular la izquierda revolucionaria en su visión incluyente de toda la democracia social y política, con un solo candidato presidencial en 2018.
Preparémonos para una verdadera unidad con grandes objetivos.

*CUT BOLÍVAR
GIL A. FALCÓN PRASCA.*
cutbolivar@gmail.com

Comentarios ()

 
  NOTICIAS RECOMENDADAS