Columna


Reinventémonos

CARLOS VILLALBA BUSTILLO

20 de julio de 2014 12:02 AM

Desde que el turismo internacional comenzó a invadir a Cartagena, gracias a la recuperación del centro histórico y a la expansión de la zona norte, muchos cartageneros que piensan más en los intereses de la ciudad que en los propios propugnaron un desarrollo equilibrado y armónico, que tapara grietas económicas y redujera distancias sociales.

Desigualdades aberrantes habían hecho llorar, en uno de nuestros momentos más dolorosos, a un funcionario de la ONU agobiado por la miseria que veía y no creía.

En menos de quince minutos el hombre pasó del cielo al infierno y por razón de su oficio sabía que la ciudad seguía atiborrándose de desplazados y la población marginada danzando al son de Mr. Thomas Malthus. Por aquellos días los medios de comunicación informaron sobre el estallido de felicidad que causó el anuncio de que tendríamos dos temporadas anuales de cruceros. Cobró fuerza la tesis de las dos Cartagenas, la de mostrar y la de esconder.

Todo esto se nos alborotó en la memoria al leer en la página 5 de El Universal (edición del miércoles 16 de julio), que los vecinos del barrio El Carmelo le cantaron, el día anterior, un feliz cumpleaños a la desidia oficial porque, durante un año cabal, los responsables de unos trabajos de la Red Matriz de Acueducto, en ese sector, desaparecieron sin dejar pistas desde el 15 de julio de 2013. Un sarcasmo que aumentó los tonos del sonrojo ciudadano.

Como los contrastes continúan apretando, en la misma edición arriba citada apareció otra noticia atractiva en la página 4: “Cartagena de Indias, entre los 50 mejores destinos del Planeta”. ¡Quién no se alegra! Pero, por Dios, que los tenedores de la soberanía popular, sus contratistas, interventores y supervisores técnicos no maten de sed a los pobres de Cartagena, ni los expongan a la furia de mortales epidemias.

La vieja y la nueva burguesía cartageneras no han tenido visión ni perrenque para ser ellas mismas el Poder. Se han conformado con ser apenas uno de los factores que lo determinan. Extrañas combinaciones de intereses, en las cuales no es fácil advertir quién le talla a quién, modificaron el contenido y las formas de la política, esto es, los verdaderos dueños del mando las utilizan por la tradición de la una y las ambiciones de la otra, pero son ellos los que ponen y disponen los rumbos de la función pública.

En 26 años de descentralización política, administrativa y fiscal, era para que Cartagena hubiera asentado unos liderazgos que interpreten su dinamismo económico y social. No lo conseguirá mientras la fuerza del poder esté al servicio de la codicia y desconectada del vigor de las instituciones. Reinventémonos.

*Columnista

carvibus@yahoo.es

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