Columna


Rememos

CÉSAR PIÓN GONZÁLEZ

14 de noviembre de 2017 12:00 AM

Construir ciudad no se circunscribe solo a las grandes ideas en titulares de prensa o lanzadas por millares de espontáneos en las redes sociales. Va más allá de lo académico y lo técnico, y se profundiza en la transformación del corazón del hombre, pues de la abundancia de ello, dentro de ti hablará tu boca, y me refiero al cambio de actitud que debemos asumir quienes vivimos en Cartagena, que en vez de corregir y proyectar decidimos tristemente conjugar verbos como mirar, criticar y destruir.

No existe ninguna acción público y / o privada en nuestra ciudad contra la que no se arremeta sin depurarla para extraer y reforzar lo benévolo. La desconfianza y el oportunismo de dañar impulsan a ganar indulgencias y edificar sobre cenizas. Mientras, en la ciudad crece la intolerancia, el desempleo, la informalidad, e invasión del espacio público, entre otros.

Nos dormimos en la rencilla sin proponer soluciones, nos identificamos con ahondar y restregar los dedos en las llagas, creando íconos con remoquetes de nuestra ciudad, como la tierra de cangrejos que te aconductan y refuerzan la idea de que esto no tiene solución.

Al mismo tiempo que el crecimiento de la economía (1,2%) no augura bienestar nacional, en Cartagena se duplica la crisis por los golpes la huelga de los pilotos de Avianca, y le damos como postre el menú de noticias en las redes; robos a turistas, violaciones, prostitución, microtráfico, abusos de precios, caos en la movilidad, e inundaciones que la sitúan como ciudad no visitable.

Por lo anterior, que es significativo, le proponemos al alcalde convocar las fuerzas vivas de la ciudad; gremios, académicos, líderes sociales, comunicadores, sindicatos, políticos, al señor obispo, representantes de diferentes religiones y todo aquel sector que aporte e impulse el desarrollo, para juntos remar la ciudad ideal, construyendo una agenda de trabajo para monitorear directamente, participando en reconstruir la ciudad, su sentido de pertenencia y homogeneizar una cultura ciudadana sostenible que acerque mental y planificadamente la Cartagena ideal.

Entre todos aportaremos a la ciudad que deseamos dejarle a futuras generaciones, la que ya no se puede construir solo con el tintero y la crítica, sino la ciudad que tiene que pasar del sustantivo al verbo, pero que necesita un pastor que guíe a su rebaño, más allá de una política pública llamativa ‘pseudotransformadora’.

El aniversario de la independencia, la celebración de la próxima navidad y el inicio de un nuevo año, son propicios para vestirnos de hombres nuevos, lavar nuestros rencores, nuestra absurda competencia, nuestra sed de venganza, nuestra difamación, nuestro oportunismo, nuestras mentiras, nuestro desamor. La falta de perdón en los hogares y la falta de Dios en los corazones o en la voz de la consciencia, nos llevarán al naufragio humanista más grande de este Caribe colombiano.

*Concejal de Cartagena
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COLUMNA DEL CONCEJO
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CÉSAR PIÓN GONZÁLEZ*
 

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