Columna


Resurrección

JUDITH ARAÚJO DE PANIZA

31 de marzo de 2013 12:00 AM

JUDITH ARAÚJO DE PANIZA

31 de marzo de 2013 12:00 AM

¡Felices Pascuas! Hoy celebramos con gozo en el alma, un renacer espiritual personal y comunitario. Después de vivir los días de desierto, los días santos y de acompañar a Jesús hacia la cruz, celebramos el misterio más valioso de nuestra fe: Jesucristo resucitó y está en medio de nosotros, renovándonos, dándole mayor sentido a nuestra existencia e invitándonos a participar en su resurrección.
Cristo resucitado hace arder nuestro corazón, como lo hizo con los discípulos en Emaús. Nos hace comprender las Escrituras y reconocerlo al partir el Pan de la Eucaristía, al experimentar su perdón y comprensión y al compartir su amor con los demás.
Para muchos, por estar en otros afanes, este tiempo ha transcurrido sin pena ni gloria. Otros se han dejado apenas rozar por los nuevos acontecimientos en Roma o por una que otra celebración y algunos están tan ajenos a todo esto, que instigados por el mal, aprovecharon estos días para hacer fechorías, amenazas nucleares y aumentar su violencia y odio.
Los verdaderos creyentes estamos llamados a ser coherentes con la voluntad de Dios, para ser fermento en la masa, muriendo al pecado y renaciendo a la gracia, y que así prospere la semilla del bien, justicia, bondad, perdón, paz y amor, que Jesucristo vino a sembrar en el mundo.
Dios, en su infinito amor por la humanidad, hizo camino para llevarnos de regreso a Él. Nos revela la  verdad de nuestra existencia en la plenitud del amor, entregándose totalmente a nuestro servicio, cargando con nuestros pecados y redimiéndonos a través de la cruz. Da luz a nuestra existencia, mostrándonos el rostro de Dios Padre, infinito amor y misericordia, entregándose por nuestra salvación. Se hace alimento para que tengamos vida eterna en nosotros y en comunión con Él, lo experimentemos desde la tierra, añorando el cielo.
Oremos por nuestros sacerdotes y por el Papa, ellos con su ministerio hacen posible la reconciliación con Dios y la Eucaristía, presencia continuada de Cristo en medio de nosotros. Pidamos por su compromiso en la labor misionera llevando el evangelio a quien lo necesite y al mismo tiempo, nos comprometamos más todos los creyentes, apoyándolos en tan ardua tarea.
El papa Francisco nos ha mostrado una Iglesia que se renueva cuando pone su mirada en Jesucristo crucificado, para resucitar también con Él.
Vivamos el futuro con mayor optimismo, poniendo nuestra confianza en Dios. Preparémonos para la celebración del próximo Domingo de la Divina Misericordia, cuyo mensaje: Jesús, en ti confío, abre las compuertas del amor de Dios de manera especial, si nos acogemos a su gran misericordia y amor. Acudamos a Dios, orando unos por otros, perdonándonos mutuamente, viviendo nuestro máximo potencial al servicio de los demás y construyendo las realidades internas y del mundo de acuerdo a su infinito Amor.

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