Columna


Retos del mar

RAFAEL VERGARA NAVARRO

25 de febrero de 2017 05:19 PM

Adaptarnos a los ecosistemas y reconstruir los que devastamos o intervenido sin previsiones, es esencial para la sobrevivencia de nuestra ciudad y sus gentes. La amenaza es cierta y múltiple, y la inconsciencia e irresponsabilidad también lo es.

Categórico, José Henrique Rizo dijo en el foro del Centro de Pensamiento: “si no reaccionamos y diseñamos las defensas, en el 2.100, con el aumento del nivel medio del mar y el hundimiento de la ciudad construida, no existirá Cartagena”.

Los pesados edificios cada vez más altos en Castillo, Bocagrande y el Laguito, sobre pilotes en rellenos de lo que fueron humedales o aguas de la bahía, permiten entender su alerta. Ante la selva de vidrio y cemento sin vías ni zonas verdes, es crucial definir si hay límite. ¿Qué le depara al saturado Mangattan? ¿Cuál será el destino de Crespo y el Pie de la Popa?

Según Planeación Nacional nuestra densificación es tal que mientras en New York es de 1.800 hab/km, la de Paris es de 3.900; en Beijing es de 5.100; en Londres de 5.800; en Sao Pablo de 7.100; en México de 9.800; en Cartagena, campeona mundial, alcanza los 14.267 hab/km.

Ese desborde rebasó la planificación y el POT, constriñendo los soportes ambientales, invadiendo costas y zonas de bajamar. Google Earth permite comprobar la saturación de los ecosistemas, la reducción del ancho de los canales de Bazurto y Juan Angola, el copamiento informal de la Popa, los rellenos de la Bahía y la ciénaga de la Virgen.

Así de complejo es el panorama para revisar el POT, elaborar el PEMP e implementar el Plan 4C, básico para defendernos del cambio climático. La inconciencia de la población en el trato temerario a los canales pluviales, la ocupación ilegal o “legal” de los cuerpos de agua y la debilidad de la autoridad para frenar los abusos, conduce a reflexionar cuál es la cultura de la ciudadanía para enfrentar el riesgo por el aumento del nivel medio del mar.

Aunque se requiere participar la gente poco sabe que la adaptación tiene que ser autónoma y planeada, que la primera implica retirar infraestructuras para liberar los ecosistemas y la segunda obliga al Estado a diseñar estrategias de prevención y planeación a largo plazo para garantizar efectividad en defender la ciudad. 

Superar la vulnerabilidad de islas y zona costera implica migrar hacia el continente, y además de controlar la contaminación y daños a corales y manglares, recuperar zonas de amortiguación y aumentar la resiliencia de la línea de costa quitándole el uso irracional.

Es tiempo de recuperar el manglar reubicando población en alto riesgo, y declarar nuevas zonas de reserva de humedales y pantanos costeros.

Esas medidas, y otras, tienen que complementarse modificando los códigos de construcción y construyendo diques, espolones, malecones, rompeolas, obras que requieren conocimiento, decisiones y grandes inversiones.

*Abogado ambientalista y comunicador.
rvergaran@yahoo.com

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