Columna


Sabiduría Divina

JUDITH ARAÚJO DE PANIZA

26 de mayo de 2013 12:00 AM

JUDITH ARAÚJO DE PANIZA

26 de mayo de 2013 12:00 AM

La historia nos muestra con claridad lo que sucede a las personas y a los pueblos cuando nos dejamos guiar por la sabiduría divina o cuando seguimos nuestros intereses egoístas y transgredimos los principios divinos del bien y del amor.
En el primer caso, encontramos vida, paz, alegría, gozo, unidad y justicia. En cambio en el segundo generamos muerte, discordia, tristeza, angustia, división e injusticia. 
Desde cuando Dios se hizo hombre en Jesucristo, la sabiduría acampó con nosotros y al subir al cielo, regresó como el Espíritu Santo, para guiarnos en el camino de la vida. Pero hemos sido cerrados y tercos, por eso no hemos podido construir un mundo estable de justicia, paz y amor.
Nos dijo Jesús*: “Cuando venga el Espíritu de la verdad, él los guiará a toda la verdad…;.Todo lo que el Padre tiene, es mío también; por eso dije que el Espíritu recibirá de lo que es mío y se lo dará a conocer a ustedes”. 
Si nos apegamos a nuestros intereses, a las cosas pasajeras y superficiales, nos olvidamos de lo fundamental: el por qué y el para qué de nuestra existencia. El ser humano está llamado a la plenitud del ser que nos reveló Jesucristo, como nuestro hermano mayor, quien nos enseña cómo  participar en su gloria y vivir eternamente con Dios Padre, si permitimos que el Espíritu Santo reine en nosotros.
“Dios nos ha dado el Espíritu Santo en nuestros corazones por nuestra fe en Jesucristo, por lo que podemos participar de su gloria…;podemos experimentar alegría hasta en el sufrimiento, porque las pruebas nos fortalecen y dan firmeza en el alma”*.
La paradoja es que entre más sabios nos creamos, más se nos esconde la sabiduría Divina. Es necesario la humildad, sabernos necesitados de Dios. Buscarla en los sencillos de corazón, en la oración, en el reconocimiento y arrepentimiento de nuestros pecados y errores, en la Palabra de Dios, en los sacramentos, viviendo en la presencia de Dios, valorando sus detalles más sencillos llenos de ternura y amor. Vivir nuestra fe en la cotidianidad con la certeza de que Dios está con nosotros.
Dios, Santísima Trinidad, es la fuente de la sabiduría, Padre, Hijo y Espíritu Santo, unidad de amor, bien, belleza, creatividad, verdad y bondad. Abramos el corazón y la mente para que nos dejemos iluminar por la  Sabiduría Divina y vivamos de acuerdo a sus leyes cada detalle de la vida.
*Jn 16, 12-15; Rom 5, 1-5; Prov 8

*Economista, orientadora familiar y coach personal y empresarial.

judithdepaniza@yahoo.com

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