Columna


Sabroso

JORGE RUMIÉ

20 de febrero de 2015 12:01 AM

La capacidad que tenemos de culpar a los demás por nuestros males es casi infinita. Asumir responsabilidades es algo que requiere gallardía y pocos tienen los pantalones para reconocerlo. Y claro… al final no hay nada más sabrosón en la vida que echarles la culpa a los gobernantes de turno, a la desventura, al vecino, a la pobreza, al clima, en fin… siga usted la lista, mi estimado lector. 

Uno de los deportes con mayor fanatismo en Cartagena es cuando la criticamos despiadadamente sin asumir responsabilidades. Somos excelentes despachándonos contra ella, pero eso sí, nadie dice qué carajo estamos aportando como ciudadanos para solucionar sus problemas. Quiero decir, somos buenos reclamando nuestros derechos, pero nadie ve sus deberes. Como quien dice, a mí que me den, pero yo no doy. A mí que me consulten por las obras públicas. Pero yo no pago por ellas. A mí que me limpien. Pero yo ensucio. A mí que me regalen, mientras yo sigo preñando mujeres en cada esquina. La movilidad es una m…, mientras yo sí puedo andar como un loco sin respetar las leyes del tráfico. Y la lista puede continuar. Sabroso ¿no?

Uno de los escenarios donde más se refleja la delegación sabrosona de las responsabilidades colectivas tiene que ver con las encuestas de ciudad. Y ojo, no por ello las estoy criticando. Por el contrario, herramientas como Cartagena Cómo Vamos (CCV) son fundamentales para calificar el desempeño de los gobernantes de turno y evaluar el sentir ciudadano. Sin embargo, también sería interesante que dicha entidad pudiese medir las responsabilidades ciudadanas de esos mismos problemas.

Por ejemplo, para explicarme mejor, si me dijeran que rediseñara la encuesta de percepción ciudadana de CCV, mi primera pregunta sería la siguiente: ¿Votó usted en las últimas elecciones para la alcaldía o vendió su voto durante dicho proceso democrático? Y si la persona no votó o si vendió su voto, por sustracción de materia, la encuesta se suspende ahí mismo. Luego autorizaría al encuestador para que le diga en su cara al encuestado lo siguiente: “Mi estimado amigo, qué pena, pero usted no clasificó para opinar sobre los problemas de la ciudad. Y no clasificas porque eres un cara limpia del tamaño del Reloj Público. Mírate, sabroso, andas por ahí criticando los problemas de Cartagena, pero a la hora de contribuir votando por gobernantes y concejales idóneos, te quedas en la casa durmiendo o vendes tu voto. Eso se llama ser un pechugón de la madona. Así, ¿cómo quieres que salgamos adelante?”

Antes de opinar sobre tu ciudad, pregúntate primero qué haces por ella.
 

jorgerumie@gmail.com

Comentarios ()

 
  NOTICIAS RECOMENDADAS