Dicen que cuando Óscar Collazos ya no podía moverse él seguía escribiendo, porque cuando escribía sentía como si estuviera en movimiento. Dicen que lo mataron los periódicos antes de que muriera realmente y que en esa ocasión volvió de entre los muertos para trinar chistes con la yema de sus dedos. Si yo hubiera tenido la oportunidad de susurrarle unas palabras mientras estaba enfermo, le hubiera dedicado aquellos versos de Huidobro que indican que estamos en el ciclo de los nervios, que el músculo cuelga como recuerdo en los museos y que, por tanto, la mente vale más que el cuerpo.
Pero las personas que uno admira parten muy rápido de este mundo. Muchas veces se nos olvida el homenaje que hay que hacerles en vida y nos toca conformarnos con palabras de despedida y memorias que saben a epitafio, que huelen a formol y a cenizas.
Sal y Picante: ése era el nombre de la columna de Óscar Collazos en este periódico. Hoy lo retomo como un legado, como una revelación de que aquellos elementos son, precisamente, los que necesita Cartagena. Sal y picante para despertar de nuestra siesta idiota y advertir que los funcionarios que elegimos son la insignia oficial de la estupidez y la sinvergüenzura. Sal y picante para no vender el voto y denunciar al miserable político que lo compra. Sal y picante para tener el valor de tumbar con orgullo los monumentos coloniales de fundadores sin humanidad y de indias arrodilladas. Sal y picante para convertirnos en ciudadanos de verdad que se atrevan a cambiar este corral de escombros que solíamos llamar hogar.
¿Votarás por X candidato a la alcaldía sólo porque te prometió un puesto en el gabinete? Pues necesitas sal y picante para pensar en los demás. ¿Votarás por X concejal porque si no lo haces despedirán a tus familiares en algún cargo público? Pues sal y picante para que aprendas a tener dignidad.
Mientras no reflexionemos en torno al poder que tenemos como ciudadanos nada va a cambiar. ¿No la ven? Cartagena es una ciudad tan inmóvil, tan dura y tan gris que parece sacada de un documental sobre piedras gigantes. Hemos permitido que el lema de nuestros gobernantes sea que en Cartagena no ha pasado nada. Nadie está sufriendo, a nadie están excluyendo, nadie está robándose el erario, ningún museo de arte se está pudriendo, no hay concejales corruptos, no hay Juntas Administrativas Locales amañadas, no hay clanes políticos de dudosa reputación apoyando a varios aspirantes a la alcaldía, no hay alcaldes negligentes, etcétera, etcétera.
Pero ya está bueno, es hora de que los políticos sepan que somos más valientes y honrados de lo que piensan. Por eso, desde ahora, sal y picante para ellos.
@orlandojoseoa
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