Hace unas semanas, Cartagena volvió a ser noticia nacional, no por sus logros, valor histórico o belleza colonial, sino por la improvisación, inseguridad y caos, luego de ocho meses sin autoridad. Afirmar que la inseguridad se debe a la inmigración venezolana denota ignorancia e improvisación del alcalde y sus colaboradores; peor aún, limitarlo a los barrios de clase alta es una bofetada al 80% de cartageneros que vivimos en los demás barrios.
A estos exabruptos, se suman las advertencias de las autoridades y policía a la ciudadanía al recomendarnos cínicamente no dar papaya: no usar joyas, relojes, celulares, cuidar sus carteras y bolsillos, no transitar por calles oscuras, no sacar plata de los cajeros; es decir, enciérrense y déjenle la ciudad a los criminales.
Toca a las autoridades, electas o nombradas por el clientelismo, velar por el bienestar ciudadano con control y autoridad, aplicando las normas. Nada más alejado de esta administración. Construir es difícil y demorado, pero destruir es fácil; su ejemplo es el creciente deterioro de la ciudad en gran medida por la desidia administrativa de los últimos ocho meses.
Nuestro corralito se llenó de ilegales: ambulantes que impiden circular e ingresar los clientes a los almacenes que pagan impuestos; mototaxistas que acarrean personas sin seguros ni permisos; bicicletas y motos eléctricas que atropellan a quienes caminan en las calles por falta de andenes; ventas callejeras de comida con peligrosos cilindros de gas; bares en las terrazas de edificios históricos con fachadas fosforescentes, abusiva música estridente y rayos láser multicolores hasta la madrugada; ventas de droga por doquier, y prostitución rampante de la plaza de los Coches y demás sitios de nuestra otrora hermosa ciudad colonial. Sin autoridad, todo está permitido y la inseguridad es constante.
Y con las visitas internacionales, a esconderlo todo para que no se note el desastre de una ciudad sin autoridad, voluntad política o respeto por su ciudadanía. Culpar a los venezolanos sin un estudio previo es oportunista y populista. Unos meses más sin gestión y estaremos en un punto de no retorno.
Hay que hacer cumplir la ley, recuperar el espacio público, velar por el derecho al trabajo de quienes cumplen con la ley; salvaguardar las casas y edificios coloniales eliminando las ruidosas discotecas ilegales a cielo abierto y recuperando sus fachadas; controlar la prostitución y la venta de drogas; en fin, recuperar a Cartagena para que con altura ocupe el lugar de entrada a un país comprometido con la paz y el bienestar de todos. Alcalde: salve la ciudad que lo eligió para gobernar.
CULTURA Y CIUDAD
miryamlucia.ochoa@gmail.com
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