Columna


Se abrieron las compuertas

ALBERTO ABELLO VIVES

19 de noviembre de 2016 12:00 AM

Se abrieron las compuertas y las aguas represadas fertilizaron su cauce, tal cual le pasó a las Fiestas de Independencia, cuya versión 2016 terminó con éxito, resultado del más grande esfuerzo colectivo realizado en la ciudad en los últimos años. Los temores frente a la potencia de su torrente y a la capacidad propia de orientarlas se disiparon. La Cartagena festiva floreció al empaparse su lecho de historia y expresiones creativas. ¡Sí se pudo, una vez más!

Las fiestas de este año tuvieron una programación plural cargada de eventos de buena factura; pero lo más importante fue que la población las sintió propias y se las gozó. Los balances que se hacen, provenientes de distintas fuentes, son positivos; pero los indicadores que han empezado a construirse no reflejan completamente la realidad: la cantidad de tiempo que miles de personas dedicaron para su éxito, el valor del pleno disfrute del derecho universal a la vida cultural, el encuentro en la calle sin diferencias y privilegios y las sensaciones individuales y colectivas son variables inconmensurables. El sentimiento de que se puede trabajar juntos y sin barreras en medio de las diferencias, que los aportes de todos son válidos, que todos cabemos en la ciudad y que ésta es de y para todos, es un bien superior inmenso que no cabe en un simple indicador.

Hay, por lo demás, un liderazgo renovado, más decisiones empresariales que suman, iniciativas que las enrumban por su propio sendero y las hacen particulares. La principal lección aprendida es la confirmación, con evidencias, de su gran capacidad de contribuir con ingenio a lograr una mejor ciudad para todos. Son, además de ser fiestas, el más grande de los proyectos sociales cartageneros orientados -por sus propias características, su capacidad de convocatoria y alta participación social- a conformar comunidades, a más y mejor democracia y al pleno ejercicio de la ciudadanía. Hoy sabemos que las fiestas las hacemos entre todos y sabemos, también, que como las fiestas a la ciudad la podemos cambiar entre todos.

No es un contrasentido, entonces, afirmar que hay que tomárselas en serio. Si se quiere retomar con fuerza un carnaval novembrino, entre el mar y la muralla, a lo largo y ancho de la ciudad, para la alegría, la sabrosa gozadora y la felicidad, hay que seguirlas pensando como se venían haciendo de manera sistemática desde el 2003 y hay que trabajar por ellas todo el año. Hoy se puede decir que la ciudad además de tener una amplia base social y artística, con capacidad de organización, tiene también una base conceptual madurada con el tiempo y puesta a su servicio.

Es mucho lo que falta por hacer y por mejorar, pero el entusiasmo reina porque el caudal que las alimenta corre ya sin obstáculos.

albertoabellovives@gmail.com

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