Columna


Se le acabó la paz a Cervantes

CARLOS GUSTAVO MÉNDEZ

30 de marzo de 2015 11:02 AM

Después de cuatro siglos de descanso, a Miguel de Cervantes Saavedra, se le acabó la paz perpetua, como se le decía antes a la muerte, en razón de que al parecer su tumba fue encontrada en una cripta de un convento de Madrid, después de una ardua búsqueda efectuada  por un equipo interdisciplinario.  La pesquisa costó 110.000 euros, pero creo que valió la pena, pues el lugar en donde está enterrado el más grande escritor de lengua castellana será un lugar de peregrinación cultural.

Según Federico de Onís (Ed Jackson Tomo 6), la situación económica de Cervantes en los últimos años de su vida era precaria.  Su obra, la II parte del Quijote, no había tenido el éxito económico esperado, con las resultas que vivía pobremente en una casa de vecindad en las afueras la ciudad de Madrid, cerca del matadero, mandándole “varillazos”  a algunos amigos pudientes y rodeado de una muchedumbre de mujeres de su familia, entre ellas su hija Isabel, su sobrina Constanza,  una  hermana viuda y otra beata, definidas por Cervantes como “ hermanas en ingenio y en desdichas”.

En los demás cuartos vivían otras personas de igual situación económica como: viudas de escritores pobres  y otras mujeres que,  con distintas edades, eran venidas  a menos, pero que tenían en común que tenían relaciones con  hombres de mejor posición económica, la que más se destacaba por estas prácticas “carnestoléndicas” era Isabel, su hija, de cuya conducta se decía que era de dudosa moralidad . 

Al final de su vida, en abril de 1616, Cervantes  estaba decaído y tenía una sed intensa, por lo que se especula que padecía de diabetes, cirrosis  y uremia. Sus últimas palabras fueron “Ayer me dieron la Extremaunción y hoy escribo éstas: el tiempo es breve, las ansias crecen, las esperanzas menguan, y con todo esto, llevo la vida sobre el deseo que tengo de vivir (.. )  Pero si está decretado que la haya de perder, cúmplase la voluntad de los Cielos. El jueves  21 de abril dijo: “Mi vida se va acabando y al paso de las efemérides  de mis pulsos, que, a más tardar, acabaran su carrera este domingo, acabaré yo la de mi vida. Adiós, gracias, adiós, regocijados amigos, que yo me voy muriendo y deseando veros prestos contentos en la otra vida”.

Cervantes  falleció el  22 o el 23 de abril  de 1616. Su esposa Catalina de Salazar y  el Licenciado Francisco  Martínez le ayudaron  en los últimos momentos, en los cuales  estuvo lúcido pero después entró en coma  y su espíritu ascendió a la inmortalidad literaria. Un detalle curioso, su hija Isabel no lo acompañó en los últimos momentos  y se dice que no  asistió al funeral, al parecer, según algunos, le  cobró el agravio de haberla reconocido solo a los 14 años,  con las resultas de que el Martínez tuvo que tramitar  las diligencias de la sepultura. En fin, el hallazgo de su osamenta abre otro capítulo más en la fascinante vida de Miguel de Cervantes.

*Columnista

menrodster@gmail.com

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