Columna


¿Se puede vivir de palabras?

LIDIA CORCIONE CRESCINI

23 de febrero de 2016 12:00 AM

Ése es un pasado/ que no ha de volver/ por algo los sabios/dijeron amén (M. Benedetti). Y eso es lo que debería suceder en cada administración y evitar el lloriqueo sobre la leche derramada. En cada elección los candidatos se trepan en sus discursos con promesas para y por hacer, sacando a flote lo que el anterior no hizo. De palabra en palabra pasan los días y las promesas a cántaros se convierten en mentiras, entristeciendo a los tristes, echándoles en sus hombros los fracasos.

En entrevista en El Universal a nuestro alcalde Manolo Duque, él dice que lo más difícil ha sido engranar a su equipo de trabajo. Ahora que lo tiene, en la misma entrevista, se le siente el compromiso de erradicar la inseguridad en los barrios, desatollar la movilidad, construir canchas deportivas y trabajar sobre un eje, familia y sociedad. Recoger las necesidades de la gente y plasmarlas en un plan de desarrollo no es fácil, porque a pesar de todo lo logrado por el alcalde saliente, el Dr. Dionisio Vélez, los tiempos no dan tregua y lo más importante es terminar las obras iniciadas y reorganizar el tejido humano, que es el mismo promotor de los decesos, fracasos o avances en una comunidad.

Educar hacia una conciencia ciudadana, hacia una formación diferente al analfabetismo, como todos creemos, requiere compromiso con seguimiento, empezando por las zonas más vulnerables y esto implica oportunidades de vida dignas en escolaridad y oportunidades de trabajo. El hombre ocupado se centra en su trabajo, no importa que su pago fluctúe al vaivén de un sueldo mínimo que quizás no le alcance, pero tiene un estímulo, una motivación que lo hace desarrollar sus capacidades físicas e intelectuales sin tener tiempo para el ocio, sí, ocio, monstruo latente que abre sus tentáculos para destruir.

La desocupación, la falta de estímulos, agrupa masas que conciertan para delinquir, pandillas de líneas invisibles que rayan los límites de cualquier estructura social, ladronzuelos de a peso que matan por un bolso, reloj, celular. Fuegos cruzados, balas perdidas, cuerpos inertes producto del descalabro social.

Por eso respetado alcalde, confío en usted, fue elegido democráticamente y por eso le solicito coherencia, congruencia y compromiso con la ciudad. Se necesita hacer demasiado para que las cosas funcionen en Cartagena, y siempre habrá cosas por hacer, se terminan unas y se empiezan otras porque si no mantenemos nuestra casa, las grietas en los techos y paredes nos la tiran encima.

*Escritora

licorcione@gmail.com

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