Columna


¿Será pedir mucho?

EDMUNDO LÓPEZ GÓMEZ

11 de marzo de 2014 12:02 AM

Los resultados electorales invitan a tomar decisiones profundas para salvar nuestro sistema democrático. Y la primera sería la de adelantar una reforma política que se inspire en el gran objetivo de eliminar fuentes o procedimientos que hoy inducen a la corrupción electoral y que le quitan al voto su legitimidad, en cuanto la “ voluntad “ del elector se convierte en mercancía que se compra y vende al por mayor y al por menor y sin escrúpulos.

No podemos limitarnos a contar los votos que se depositaron en las urnas sino en saber cómo se obtuvieron, porque sólo de esta manera se podrá tener conciencia de si las elecciones fueron o no un ejercicio democrático auténtico, o solo una farsa teñida de legitimidad matemática.

Habrá que decir que algunos procedimientos del sistema electoral facilitan que éste se haya degradado a niveles morales penosos. La circunscripción nacional  para elegir senadores de la República- ,y el tal voto preferente en las listas de los partidos han llevado a que los procesos eleccionarios sean intervenidos más por el dinero que por las ideas, y de contera, que los partidos y movimientos políticos no sean faros de orientación del ciudadano, al ser sustituidos por la ambición electoral y personal de los integrantes del Congreso, los cuales han convertido las cámaras en fortalezas de sus propios intereses, y ellos, en legisladores dependientes en cuanto los gobiernos que apoyan los atrapan con gajes y prebendas que finalmente terminan por mostrar nuestro sistema democrático como una caricatura.

Y para qué hablar de otras falencias del sistema político, cuando al tiempo que permite la consulta popular interna de los partidos para escoger candidatos presidenciales, autoriza a que otros partidos distintos puedan intervenir en ese proceso interno, con lo cual se protocoliza la mentira o el fraude electoral, en cuanto se desbordó la voluntad del partido que usó la consulta para definir un asunto de su interés exclusivo. Tal distorsión se hizo patente en las elecciones del pasado domingo cuando intervinieron tres veces más electores de otros partidos que los del Partido Verde, el partido que solicitó la consulta para escoger su candidato presidencial. Y no es una objeción al doctor Enrique Peñalosa, que resultó favorecido -y  de quien tenemos la mejor opinión-, sino al sistema absurdo que se aplica en Colombia para dichos efectos.

Si queremos preservar, repetimos, de la corrupción a nuestra democracia representativa, entonces no nos limitemos a contar los votos. Establezcamos cómo se obtuvieron. ¡Vaya si valdría la pena que los órganos de control hicieran claridad sobre las elecciones del pasado domingo para tener la certeza de que en todos los departamentos las elecciones fueron transparentes. ¿Será pedir  mucho?

*Ex congresista, ex ministro, ex embajador.

edmundolopezg@hotmail.com  

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