Columna


Sí hay por qué temer

MIGUEL YANCES PEÑA

26 de junio de 2017 12:00 AM

Hay dos fundamentos para medir los actos en la vida: los resultados y la moral, dijo inteligentemente mi tocayo Lequerica. El qué y el cómo; los fines y los medios. Y en ambos sale muy mal calificado este gobierno, concluyó.

Miremos lo más reciente: Llevar a los cabecillas de las Farc a conocer una base militar, como lo hizo orgulloso y sonriente el presidente -y como lo haría un anfitrión mostrándole a sus huéspedes lo mejor de su ciudad- es lo más grotesco que ha hecho Santos: ofende a los militares (activos y retirados) y a la ciudadanía en general; y familiariza a los cabecillas, con lo que aspiran a controlar, en una cada vez más próxima toma del poder: podría haberse dado intercambio de números de celulares. Recordemos que el difunto dictador venezolano se comunicaba, rompiendo el protocolo, con la cúpula militar, hasta que fue descubierto.

Otro caso insólito lo fue la convocatoria que hizo el secretariado de la Farc a varios alcaldes de la Costa -como si fueran o representaran una instancia de poder superior- y que estos sumisos hubieran asistido. Eso muestra el grado de sumisión de los alcaldes, y el poder, basado en la intimidación. que ya ha ganado la guerrilla.

Así, poco a poco, se van apropiando desde los municipios a las capitales, y de rama a rama del poder público, hasta llegar al ejecutivo, y la toma total del Estado; terrenos e instituciones, más de lo que nunca logró la legalidad.

Si aún hay quien lo dude, recordemos la fábula “Cómo cazar cerdos salvajes”. Se cuenta que para cazar cerdos salvajes se busca un claro en la selva y se riega maíz. Al principio los cerdos se acercarán a comer un poco desconfiados, pero al final, ya totalmente confiados, comerán, y volverán día tras día. Entonces levantas una cerca cerrando un costado del claro, y esperas que los cerdos se confíen nuevamente. Y así, hasta cerrar los cuatro lados y dejar solamente una entrada. Cuando estén todos dentro cierras la entrada y capturas la manada.

Los cerdos salvajes, de repente, han perdido su libertad. Corren y corren en redondo dentro del área cercada, pero ya están capturados. No podrán comer nada más salvo lo que tú les des de comer; ya no hace falta echarles maíz, se pueden alimentar con cualquier cosa, incluso con m….; y no tendrán más opción que comérsela o se morirán de hambre. Ya no pueden salir a campo abierto a buscar su propia comida. Incluso, probablemente ya hayan olvidado cómo se hace. Ya no son salvajes, han sido domesticados: dependen de ti para alimentarse. Y los que nazcan en ese encierro, igual, no conocen la libertad; y hasta temen salir de donde se les proporciona diariamente la comida.

El escrito es claro sobre lo que pasa en Colombia. Nuestra clase política corrupta, expuesta a diario por los medios, va creando desesperanza que los cabecillas, dispuestos a todo, van capitalizando a su favor.

*Ing. Electrónico, MBA.

movilyances@gmail.com

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