El movimiento sindical colombiano, como actor social que ha vivido el conflicto de frente, tiene mucho que opinar sobre la paz.
Nuestro país ha transitado un largo periodo de guerra, como consecuencia de unas estructuras económicas y políticas desiguales que, en muchos casos, se siguen presentando a través de los años.
La concentración de la tierra en manos de terratenientes, la carencia de derechos básicos como la salud, la educación, el trabajo y la total falta de democracia siguen sin resolverse.
Esta violencia es expresión de desconocer la legitimidad del otro y, por tanto, de su exclusión en los procesos de toma de decisión. Mientras tanto, la exclusión social es expresión de políticas sociales y económicas que sólo consultan los intereses de los sectores que controlan el poder económico y político.
Esto ha impedido que gobiernen sectores diferentes a la oligarquía colombiana, que año tras año se enriquece mientras el pueblo sufre en medio de la miseria.
El movimiento sindical también ha sufrido las consecuencias de esta guerra, viendo durante años que nuestros líderes más capaces han sido asesinados.
Sindicatos enteros han sido exterminados por la derecha paramilitar, políticas neoliberales que vio y aún ve en nuestra lucha por derechos el germen de un nuevo país más justo, democrático e igualitario.
Así, la paz para los trabajadores y trabajadoras de Colombia significa: eliminar todas las formas de contratación laboral que precarizan el empleo e impiden la sindicalización.
Se requieren garantías para establecer la negociación colectiva y eliminar los pactos colectivos y contratos sindicales, figuras de uso patronal para negarla.
A la paz de la clase obrera aún le espera un largo trecho.
Hemos respaldado este proceso y respaldamos estos acuerdos y estaremos en la campaña política por el sí a la paz en el plebiscito que se convocará.
Así mismo, esperamos que muy prontamente este proceso se repita con el Ejército de Liberación Nacional (Eln).
El país debe cambiar, el gobierno, los empresarios y también los trabajadores, debemos cambiar, para hacer real la posibilidad de construir un nuevo país. No puede ser que en la Comisión Permanente de Concertación de Políticas Salariales y Laborales sigamos en un diálogo de sordos, desconocido por el gobierno, el Estado y el congreso.
Los maestros y trabajadores de la educación estamos con la paz, pero en lucha con un ministerio de educación tramposo, que no cumple la palabra y los acuerdos suscritos.
Este acuerdo de paz es un buen ejemplo de lo que se debe hacer en Colombia en diálogo social.
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