Columna


Silencio cómplice

GABRIEL RODRÍGUEZ OSORIO

27 de agosto de 2016 12:00 AM

No me asombra el silencio cómplice de algunos periodistas en Colombia, porque seguramente están cooptados. En Colombia algunos tienen un precio. Me asombra el silencio de los intelectuales colombianos ante el viraje del Estado con un proceso de paz que nos lleva inminentemente hacia la izquierda. No porque tenga temor a un gobierno de izquierda, sino que a lo largo de la historia, incluso la más reciente, se ha demostrado que son regímenes donde una elite esclaviza al resto de los ciudadanos, y acaban siendo sistemáticamente más corruptos que los llamados de derecha, convirtiéndose por su posición totalitaria en violadores de los derechos fundamentales de los ciudadanos.

Lo estamos viendo en Venezuela, como un “deja vu”; lo vemos con tristeza en Cuba, lo vimos en Berlín cuando decidió tumbar el “muro” por su ineficacia, Rusia que lo saco de su memoria colectiva. Pero en Colombia ser de izquierda es equivalente a ser intelectual, e incluso miran con inferioridad y cierto desdén a los que no lo son. Es posible que en los pensadores de izquierda exista enajenación ante la imposibilidad de sacar adelante sus ideas y proyectos. Y se declaran como tal, como si guardaran un profundo resentimiento hacia el capital. Como si les molestara el éxito de los hombres de negocios en una economía de mercado. El poeta Gómez Jattin decía que él miraba de perfil el dinero pero no lo aborrecía.

El marxismo utiliza gratis a estos intelectuales, como publicistas de sus teorías. Y hasta han posicionado la palabra capital como sinónimo de injusticia. En algunos casos para ufanarse del sistema, ponen como gran ejemplo el excelente nivel de la educación pública en los países nórdicos (que no son marxistas), sin saber que están regidos por la más pura economía de mercado. Porque lo que hace el Estado es asignar un capital para cada alumno, y este escoge el colegio de su preferencia, de acuerdo a la calidad de la institución. Es decir, los colegios públicos se disputan los alumnos y lo hacen ofreciendo una mejor calidad en su plantel.

Se podría decir que la economía de mercado es inherente al ser humano, pero los intelectuales la detestan, porque consideran que producir ideas y palabras es lo más valioso de la sociedad, y que no se les recompensa como tal. Platón decía que los gobiernos deben estar dirigidos por filósofos y poetas, y así fue en algún momento en Colombia, constituyéndose esto en un error que trajo gran atraso, mientras en otros países hoy desarrollados, sus gobernantes eran industriales y hombres de negocios.
Los filósofos y los poetas en Colombia son muy mal recompensados, por lo tanto caen en estado de rebeldía, virando hacia la izquierda. Estos que hoy callan lo que sucede en el país algún día tendrán que sufrir su silencio cómplice.

gabrielrodriguez@ibrinmobiliaria.com

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