Columna


Sin coalición no hay paraíso

MAURICIO CABRERA GALVIS

14 de enero de 2018 12:00 AM

¿Por qué es necesario que la multitud de candidatos presidenciales formen coaliciones para ir unidos a la primera vuelta y no esperar a la segunda, cuando forzosamente todos tendrán que decidirse por uno de los dos finalistas?

Aunque en un país tan polarizado entre progresistas y conservadores, entre el sí y el no, debería ser posible esperar a que en la primera vuelta se eligiera un candidato de cada lado y por simple inercia se formaran coaliciones en torno a esos dos, hay poderosas razones para dudar de esta posibilidad y justificar hacer las coaliciones desde ahora.

Si se mantienen las divisiones es posible llegar a un escenario en el que, a pesar de la polarización del país, no haya en la segunda vuelta un candidato progresista y uno de la derecha, sino que los dos finalistas sean del mismo bando.

Segunda, que ninguno de los candidatos tiene garantizado pasar a la segunda vuelta solo. Es cierto que dos tienen más probabilidad de lograrlo: Fajardo por encabezar las encuestas y Vargas por la maquinaria que construyó, y por eso son los más reacios a buscar coaliciones. Todos los demás saben que por separado no tienen los votos para pasar al balotaje, pero no se ponen de acuerdo.

En el flanco derecho, Martha Lucía y Duque quieren la unión -Ordóñez no cuenta-, pero cada uno quiere ser la cabeza y que el otro acepte la vicepresidencia. Además, ninguno de los dos tiene todo el respaldo de sus partidos: a Duque no lo quieren los más radicales del CD y Martha Lucía no se inscribió por el conservatismo. No es fácil la solución, pero al final se unirán porque el instinto de supervivencia de la derecha supera a esos obstáculos.

Entre los progresistas la cosa es más complicada. De la Calle, Clara López y Petro han hecho públicos llamados a una consulta interpartidista en marzo, planteando ambos que por la unión están dispuestos a ceder en sus pretensiones de ser el candidato. A nombre de los verdes, Mockus también propuso la coalición, pero hasta ahora la negativa de Fajardo no ha permitido llegar a un acuerdo.

La otra razón para hacer la coalición desde ahora es que es muy difícil construirla en los pocos días que quedan entre la primera y la segunda vuelta. Mockus reconoció su equivocación: “En el 2010 cometimos el error de no haber hecho o no haber preparado las alianzas para la segunda vuelta”. No solo por la evidente limitación de tiempo, sino porque es difícil sanar las inevitables heridas de una campaña en la que se pelean los votos de una misma franja.

La experiencia de Chile debe enseñar a los progresistas. Allá en la primera vuelta los candidatos de centro izquierda obtuvieron el 56% de los votos, pero no se unieron y en la segunda vuelta solo sacaron el 45%, así que su división permitió el triunfo de la derecha.

No podemos arriesgarnos a que por no hacer la coalición progresista nos pase lo mismo en Colombia, y entonces se frene el proceso de paz y se aplacen los cambios económicos y sociales que necesita el país.

MAURICIO CABRERA GALVIS

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