El mundo postmoderno agoniza a la medida de los intereses de las élites de poder, abriendo cada vez más las compuertas de un tercera guerra mundial, y no precisamente para defender los derechos humanos, la paz o la democracia, escenario en verdad catastrófico, por cuanto se afirma que el arsenal mundial está compuesto por más de 30.000 armas, capaces de destruir el planeta 25 veces.
La muerte de civiles por armas químicas, monstruosa masacre en Siria, aparece como la excusa perfecta para intervenir militarmente a este país. Ha dicho el Secretario de Estado, John Kerry: “Una matanza indiscriminada de civiles con armas químicas es una obscenidad moral” es eso, pero es más que eso, es injustificable y todas las veces condenable. Por su parte, Tony Blair, uno de los promotores de la guerra de Estados Unidos contra Iraq, porque tenía armas de destrucción masiva, pretexto para apropiarse del petróleo iraquí, escribió: “Si occidente no interviene para apoyar la libertad y la democracia en Egipto y Siria, medio oriente se enfrentará a una catástrofe”.
Los discursos no pueden ser más locuaces, inmorales y repetitivos, porque a los Estados Unidos y sus aliados solo ahora interesan las muertes especiales realizadas por los régimenes dictatoriales de sus adversarios, y no las muertes producidas por las armas de destrucción masiva de uso cotidiano, estas, soportadas en silencio por pueblos enteros, ellas son el hambre, la desnutrición, la miseria, la pobreza, la violación sistemática de los derechos humanos, los sistemas criminales de inseguridad social que soportan el pueblo sirio y muchos pueblos del mundo, pero estas muertes, estas violencias, no interesan.
No interesaron los más de 100 mil muertos que en menos de dos años ha producido la desangrante guerra civil en Siria, ni los millones de refugiados que deja el conflicto, ni los más de los cuatro millones de desplazados internos, porque no fueron con armas químicas.
No estamos con Bashard Assad, personaje reelegido “democráticamente” con el 97% de los votos disponibles (solo él era candidato y su familia dueños históricos del país ), sino con el pueblo sirio, que no puede ser víctima de más violencia, ellos no son una amenaza para la paz, ni para la seguridad internacional, sino territorio en disputa estratégica de intereses geopolíticos, económicos y militares, sobre todo que se dice que su subsuelo es una de lo más apetecidos por la gran riqueza de gas que posee y que comparte frontera con el gran aliado de los Estados Unidos en la zona, Israel, entre otros.
En este mundo de intereses inhumanos y antinaturales, consideramos que es deber ético de la comunidad internacional, garantizar, vigilar, controlar y preservar la paz integral en Siria, para ello creemos que deben persistir en el cese al fuego, para eliminar la violencia, promover el dialogo para así procesar la instalación de la justicia social,la democracia, receta que aplica para muchos países, por ello me sumo a lo expresado por su santidad, el papa, Jorge Mario Bergoglio: “!Qué termine de una vez el sonido de las armas!”. “Nunca más la guerra”. Siria como todos los países del mundo tienen derecho a ser libre y soberana. ¿Utopía? Ojalá que no.
Profesor y abogado : alcidesarrieta77@yahoo.es
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