Columna


Soberanía volcánica

GERMÁN DANILO HERNÁNDEZ

20 de noviembre de 2018 12:04 AM

La disputa entre los departamentos Bolívar y el Atlántico por el dominio sobre el Volcán del Totumo, en jurisdicción de Santa Catalina, escaló casi al rango de confrontación regional.

Declaraciones altisonantes, mensajes que advierten “Bolívar no cederá ni un milímetro de su territorio al Atlántico”, la presencia física del Gobierno, e izada de bandera en la cima de la loma, al mejor estilo de Game of Thrones, hacen parte de la artillería defensiva del gobernador Dumek Turbay Paz. Los gobiernos y los dirigentes políticos saben muy bien que la defensa de la territorialidad exacerba emociones y genera respaldos masivos, políticamente capitalizables.

Las condiciones del municipio y la misma atracción turística, no hacen gala de un ejercicio real de soberanía. Al menos 400 personas, entre artesanos, recolectores de lodo, bañadores, masajistas, trabajadores de restaurantes, operadores y guías de turismo, viven del volcán; están agremiados en asociaciones que con sus propios esfuerzos garantizan la operación del lugar, muy lejos de ofrecer la calidad de servicio que amerita un destino turístico de su naturaleza, pero la inyección de recursos institucionales allí es casi nula.

Un incipiente plan de acción para la zona turística de Santa Catalina, la dotación de un punto de información y las limitadas acciones de promoción que se realizan, son fruto del ingenio y creatividad de las autoridades locales y de algunos funcionarios del Instituto de Cultura y Turismo de Bolívar (ICULTUR), no son reflejo de una política pública departamental seria.

El área donde se encuentra el volcán sigue siendo “tierra de nadie”, la alcaldía local ni cualquier otra institución tienen títulos que acrediten su propiedad y ello impide las inversiones públicas.

El entorno del volcán, las escaleras de acceso a la cima y la estructura de protección en el cráter, muestran el abandono y la desidia oficial. Si eso pasa con el punto más atractivo, el que más produce, se puede deducir lo que ocurre con el resto del municipio, de sus corregimientos y respectivas comunidades.
La visita de funcionarios de IGAC, en un aparente intento de formalizar los límites territoriales, fue interpretada como una amenaza de despojo por parte del gobernador Dumek Turbay, que motivó su sobredimensionada reacción. La soberanía no se ejerce con mensajes de 280 caracteres, con declaraciones retadoras, ni con presencias simbólicas, sino con efectivas y constantes intervenciones del Gobierno, inversiones e inclusión social.

La gran extensión territorial de Bolívar no justifica, en mi opinión, disputas con vecinos por pedazos de abandono; sería mejor que se exploraran opciones de integración regional para ofrecer al Volcán del Totumo y a las comunidades de su entorno, opciones de bienestar y desarrollo, y no cíclicas erupciones temperamentales de inocua soberanía.

Germán Danilo Hernández*

germandaniloh@gmail.com
*Asesor en comunicaciones

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