Columna


Solidarios con Haití

PADRE RAFAEL CASTILLO TORRES

16 de octubre de 2016 12:00 AM

El año jubilar de la misericordia lo iniciamos acogiendo las Palabras de Jesús: “Sean compasivos como su Padre es compasivo”. Y lo hicimos convencidos de ser esta la herencia que Jesús le dejó, no sólo a la Iglesia, sino a la humanidad.

¿Qué relación tiene Cartagena con Haití? La de una memoria agradecida. El 24 de diciembre de 1818 en Les Cayes fue apoyado el libertador Simón Bolívar en su gesta de independencia. En esta misma ciudad hay una avenida con el nombre de Cartagena que da origen a una hermandad histórica. Cartagena tiene, desde hace más de 30 años, la misión de las hermanas Teresitas Haitianas y de los padre Oblatos de María Inmaculada venidos de las zonas más afectadas por el huracán.  

Estas razones claman nuestra solidaridad con estos hermanos que aún no se reponen del paso devastador del huracán “Matthew”, que dejó cientos de muertos, heridos y pérdidas materiales. Haití reclama nuestra ayuda solidaria. El itinerario de la misericordia nos enseña cual es la revolución que Jesús introduce en la Historia: todos debemos ir más allá de nuestras creencias, ideologías y posiciones religiosas, si queremos un mundo más humano. En muchas calles de Haití hay hermanos solos que lo perdieron todo, abandonados. Es la situación de quienes se quedaron sin nada. Pero es también la autoridad de los que sufren.

Como Iglesia de Cartagena decidimos no cerrar nuestros ojos ni nuestros corazones a la realidad de Haití. Si algo indigna a Jesús es que su Iglesia celebre la solemnidad del templo distante de la compasión. Dos exigencias son nuestra tarea: ayudarles para que sus vidas sean más humanas y contribuir a restaurar la dignidad de cada hermano afectado.

Hago una triple invitación: en Cartagena no cerraremos los ojos sino que miraremos hacia Haití con atención y responsabilidad. Aquí todos nos vamos a conmover dejando que el sufrir de Haití nos duela a todos. En Cartagena reaccionaremos “acercándonos” a Haití, no por obligación sino porque en la Plaza de la Aduana se siente el grito de un pueblo hermano que nos llama. Según lo que hagamos se sabrá de qué estamos hechos y qué calidad humana tenemos. No nos obliga un código moral. Sólo hemos de introducir, como creyentes y humanos, gestos solidarios que alivien sufrimientos, restauren vidas y restituyan dignidad.

En cada parroquia o en la curia Arquidiocesana usted puede llevar su ayuda durante todo octubre en dinero para los damnificados de las diócesis hermanas de Les Cayes y Jérémie. También puede consignar a la cuenta de ahorros Pyme: Nro. 24067303094. ¡Gracias!

ramaca41@hotmail.com

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