Este escrito es una voz de alerta sobre la situación que hoy aqueja a la ciudad por la falta de protección costera. Muchos nos vemos afectados, no solo residentes, también visitantes que planean su viaje a la ciudad y encuentran semejante desastre, y aun peor, los miles de ciudadanos que dependen de las actividades turísticas; según los últimos datos, el 35% de los empleos de Cartagena corresponden al sector turístico.
No es justo que nuestra ciudad, que le ha dado reconocimiento y confianza en el exterior a Colombia esté padeciendo semejante agravio. El descuido y falta de priorización por más de cincuenta años de parte de dirigentes locales y del gobierno Nacional para invertir en una debida protección de la costa y en nuestras playas merecen un fuerte llamado de atención a la acción. La ciudad debe declarar prioritario este proyecto y exigirle a la nación una intervención inmediata, desde Marbella hasta El Laguito. Esto no da espera.
Hoy, el Distrito cuenta con los diseños definitivos presentados por la Universidad de Cartagena y rescatados por la oficina de Valorización, un paso fundamental para gestionar los recursos necesarios, pero necesitamos actuar con celeridad. No podemos seguir siendo negligentes ante esta situación, por lo que alcalde, gremios, congresistas, concejales, todos debemos unirnos en una sola voz y solicitar formalmente al gobierno Nacional una inmediata intervención.
Hace un par de semanas asistí a un foro organizado por Revista Semana en el que se dieron cita gobernador, secretaria de Planeación Distrital, congresistas, viceministro de Infraestructura, director del Fondo Adaptación, ministro de Hacienda y otros dirigentes empresariales y gremiales. Aun cuando debo reconocer que algunos de los conferencistas y panelistas presentes hicieron énfasis en la importancia de contar con ayuda del gobierno para darle solución a la protección costera de Cartagena, nos quedamos cortos.
En esta reunión había conmigo unas doscientas cincuenta personas, en un efusivo y tímido momento aplaudí las palabras de uno de los expositores con el fin de motivar a la nutrida audiencia a que al unísono nos levantáramos en señal de reafirmación de urgencia, sin embargo, mis aplausos quedaron en el vacío, no tuvieron eco, sintiendo luego un rubor en mis mejillas de pena y de desilusión.
Era nuestra oportunidad para hacernos oír y exigir, pero como de costumbre callamos, esperamos, nos olvidamos pronto del sufrimiento y dolor, preferimos pasar el tiempo criticando y juzgando.
Salí de la reunión con una tremenda frustración, pero la noche pasó y con el ánimo de un nuevo día escribí estas palabras para alentarme a que como ciudadana no debo desistir, mas sí perseguir con trabajo, dedicación y constancia un mejor futuro, el de nuestras familias y el de nuestra sociedad.
No podemos seguir siendo negligentes ante esta situación, por lo que alcalde, gremios, congresistas, concejales, todos debemos unirnos en una sola voz (...)
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