Columna


Suenen las campanas...

CÉSAR PIÓN GONZÁLEZ

31 de mayo de 2016 12:00 AM

Reemplazar 1592 buses tradicionales por 648 vehículos de Transcaribe, es la preocupación más grande de los habitantes en Cartagena. Si consideramos que el transporte es una herramienta fundamental para la inclusión social, el desarrollo económico y la competitividad, no podemos apartarnos de algunas incertidumbres.

70 nuevos automotores (18 articulados, 17 busetones y 35 alimentadores) circulan, lo que representa el 10,8% de reemplazo, asumiendo con las denominadas rutas T101-T102-T103, los sectores y barrios variantes, portal, Madre Bernarda, Olaya, Crespo y Bocagrande.

Esta insuficiencia material de buses, vías y chatarrización, genera caos en conductores, ayudantes, vendedores informales y usuarios, que al mejor estilo ‘garciamarquiano’, se asemejan al coronel que no tiene quien le escriba.
Pedir sentido de pertenencia a cuantos ejercen el vandalismo, destruyendo los vehículos tiene que ir más allá. Hay que interpretarles el alma, la razón de su rebeldía, de su rechazo social, a aquellos que caminan bajo la lluvia, bajo el inclemente sol y bajo el acoso de puñales.

La ‘pendejadita’ de $600 mil millones de pesos por 8 kilómetros de vía no ha sido suficiente, y hay que dar más y gritar como un personaje del Parque Centenario: “tanto le he invertido al ron para mi cuerpo que no debo dejar de darle otro chirrinchito más”. 

En esa decisión de terminar una obra donde el ministerio es también responsable por su silencio, tenemos que sumarle recursos que podrían ser utilizados en las necesidades sociales de un pueblo, el cual vocifera en su sentir que el concejo y la administración se casaron en amangualamiento con algunos que  se encontraron la bicoca de la operación.

Alcalde, le apoyamos en terminar esta obra, pero solicite a la Contraloría General mayores resultados de las investigaciones. Agilicemos las megaobras de infraestructura vial de la ciudad, Cielo Mar- Perimetral Pozón, Avenida Pedro Romero para 6 carriles, Avenida Quinta de Manga.

Nuestro mandatario debe recuperar el espacio público que tomaron los arbitrarios, prohibir los permisos a negocios que proliferan, como el caso de la avenida Miramar, lograr que el Centro de Convenciones devuelva el camino peatonal, que es del Distrito, y que los magnates y duros, como les llaman en el lenguaje del poder económico, no se queden con el lote de la antigua electrificadora, punto para desembocar el puente que uniría al congestionado Bocagrande, con Manga.

No quiero redundar en sugerencias, solo soy un ciudadano que busca lo mejor para Cartagena y que respetuosamente en este espacio expresa sus ideas. Cartagena necesita desarrollo y seré insistente en plantear alternativas; por eso, ¡suenen las campanas otra vez, del Padre Antonio y su Monaguillo Andrés!
 

protocoloconcejodecartagena@gmail.com

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