Columna


Templanza

JUDITH ARAÚJO DE PANIZA

27 de septiembre de 2015 12:00 AM

La virtud de la templanza es fundamental para conquistar el dominio de nosotros mismos al buscar bienes superiores. Y complementa a las demás virtudes cardinales de la prudencia, justicia y fortaleza para trabajar por la excelencia, afianzando hábitos positivos en nuestro carácter.

El problema grave es que no valoramos ni promovemos suficientemente estas virtudes y por el contrario, cada vez se promueven más comportamientos opuestos a ellas. Las virtudes cardinales encierran a todos los valores humanos, son la base de nuestra libertad para actuar a conciencia buscando el bien personal y comunitario, trabajando por metas superiores con valor y disciplina.

Con la templanza se busca moderar los apetitos, encauzar la sexualidad, la alimentación, los sentimientos, los placeres hacia la vida, el bien, la paz y el amor, administrar adecuadamente con equilibrio nuestros bienes materiales, el tiempo, los esfuerzos, los cinco sentidos y todo lo que tengamos a cargo, viviendo según las leyes naturales y divinas.

Muchos pecados se originan en la falta de templanza, aunque también implican deficiencia en las demás virtudes: la lujuria, la fornicación, el adulterio, la gula, la violencia, la ira, la pereza, la codicia, la avaricia, el exceso de alcohol y vicios en general.

La fe nos da motivos profundos para trabajar con mayor ahínco para conquistar la templanza, porque nos invita a hacerlo por amor a Dios, a los demás y a nosotros mismos.

En las lecturas de hoy* el Señor nos invita a abrirnos al Espíritu Santo, comprender la bondad y sabiduría de sus leyes e irradiarlas hacia los demás. El Salmo dice: “Los mandamientos del Señor alegran el corazón… son verdaderos y enteramente justos… la ley es perfecta y reconforta al alma… que Dios nos perdone nuestros errores y nos libre de la soberbia para reconocerlos y enmendarlos y así podamos vivir libres de pecados”.

El apóstol Santiago nos invita a evitar las riquezas mal habidas, y sus lujos y placeres en exceso y que tienen su fuente en injusticias con los demás. Jesús nos invita a buscar la salud del alma, a trabajar por los bienes de arriba: “si tu mano te hace pecar es preferible cortarla… más vale entrar al Reino de los Cielos manco, que ir al infierno”... No nos cortemos las manos u otros miembros, pero trabajemos prioritariamente nuestro interior para llenarnos de virtud, evitar los pecados y conquistar la vida eterna.

Trabajemos la templanza en nuestros hábitos de vida, ayudados de la gracia, y propiciémosla en la familia, instituciones educativas y comunidad.
*Nm 11, 25-29; Sal 18; St 5, 1-6; Mc. 9, 38-43. 45. 47-48

*Economista, orientadora familiar y coach personal y empresarial.
 

judithdepaniza@yahoo.com

Comentarios ()

 
  NOTICIAS RECOMENDADAS