El 7 de enero un grupo de fanáticos musulmanes que se dice pertenecen a una facción yemení de Al Qaeda mataron 12 personas, la mayoría periodistas del semanario francés Charlie Hebdo, mientras gritaban “Alá es grande”, en venganza por publicar varias caricaturas en donde Mahoma, su venerado profeta, es ridiculizado, hecho interpretado como blasfemia grave porque en el islamismo se prohíbe la representación gráfica de Mahoma para evitar la idolatría.
Curioso este episodio de radicalismo islámico, pues hasta hace poco la imagen de Mahoma en el mundo occidental era otra. La prueba es que en mayo de 1840, Thomas Carlyle dictó una serie de conferencias después vertidas en un libro, que es una de las piedras angulares de la cultura occidental, titulado “De los héroes, el culto de los héroes y lo heroico en la historia” (Clásicos Jackson. # 36), en el cual define así a Mahoma: “Sincero y veraz en hechos, palabras y pensamientos”; “Se le tuvo siempre por sensato, cariñoso, serio, buen amigo y jovial” (Op citada, Pág. 50). Según Carlyle, gracias a este héroe-profeta, una nación de pastores se dio a conocer al mundo y “Un siglo después estaban en Granada, en occidente, y en Delhi, en oriente”.
Después de leer este elogioso ensayo es difícil de entender que por unas caricaturas contra Mahoma, una variante terrorista del Islam, que actúa con una lógica casi medieval, asesine periodistas con el pretexto de la blasfemia. De tres décadas para acá se incubó un movimiento de terrorismo islámico que es una especie de excrecencia religiosa que calcó las peores prácticas del nazismo como son: antisemitismo, odio hacia la modernidad, culto a la muerte, desprecio hacia la prensa y uso del terrorismo como arma política.
La masacre del Charlie Hebdo es un símbolo de la colisión de dos visiones culturales: mientras en la mayoría de los países del mundo occidental el estado es laico, hay tolerancia para los diferentes cultos religiosos, democracia y libertad de prensa, en una muchedumbre de países musulmanes existe el teocentrismo y el Corán es el eje de casi todas las facetas de la vida y la política.
El reciente ataque de esta secta terrorista a los periodistas franceses es el preludio de acciones peores, porque no hay violencia más temible que la religiosa, ya que el terror de origen político, aunque violento, tiene criterios terrenales, pero quienes matan en nombre de Dios tienen una visión teológica de los asuntos políticos y “ennoblecen” las espantosas acciones de su “Guerra Santa” con el aura del martirologio.
Razón tenía Samuel Huntington cuando predijo que en el siglo XXI habría un choque de civilizaciones y que la mayoría de las guerras serían religiosas.
*Columnista
menrodster@gmail.com
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