Columna


Tiempo de participar

RAFAEL VERGARA NAVARRO

22 de abril de 2017 12:00 AM

Hace dos meses los Paniagua me convocaron a participar en la construcción colectiva del PEMP del Centro Histórico y su zona de influencia. No imaginé que una reflexión ambiental me quitaría el sueño, ávido de nutrirme del trabajo de expertos que antes intentaron su aprobación. Observar, leer y pensar cómo integrar patrimonios y descifrar soluciones ante los impactos del cambio climático y riesgos que amenazan la ciudad de hoy, es la tarea.

Comencé por las casas en el Centro que vierten las aguas del lavado de terrazas, patios y piscinas a la calle a pesar de que afectan al alcantarillado pluvial al arrastrar hasta los imbornales basuras que los taponan.

¿Cómo corregir que esa escorrentía jabonosa se mezcle con grasas vertidas por restaurantes que mal manejan o dejan de usar las trampas? ¿Cómo evitar los olores de vertimientos originados en ventas callejeras de frituras que desafían la autoridad?

Los charcos y la contaminación que afectan la salud y el paisaje se suman a los olores de la plaza de la Aduana. Sin doliente que bombee hacia la bahía, el canal perimetral recibe mezclas de aguas servidas de la cuenca. Las vierten casas que al remodelarlas no se les exigió separar los desagües.

Pero afectar la calidad de vida no se reduce solo a esa cuenca. Pese a lo difícil de identificarlas, al implementar el PEMP, tendrán que corregirse, verificando casa por casa, obligando a los dueños a eliminar la irregularidad. 

Luego de expedir e implementar el PEMP, superar las contravenciones ambientales requerirá fortalecer la acción institucional con educación, control y obras.

Una es renovar los alcantarillados. Con tuberías de distinta calidad mientras las aguas servidas las administra Aguas de Cartagena, las pluviales viven al garete. Ambos alcantarillados tienen más de 50 años y su deterioro es diferenciado. El pluvial requiere inversión, mejorarlo es hacerlo nuevo para optimizar el diámetro y así aumentar la capacidad de evacuar inundaciones. En Getsemaní el deterioro es evidente, y en el Espinal se requiere ordenar las descargas. No dudo que además del stress de la tubería, el alcantarillado pluvial requiere administrador.

La crítica situación de las lluvias en el Centro es porque está a nivel del mar –incluso más bajo-, y al tener concreto el suelo su permeabilidad es casi nula.

Son dos islas pegadas a base de relleno: el camellón de los Mártires, el caño de San Anastasio, hoy avenida Venezuela, el parque de la Marina que fuera el fondeadero, el playón de la Matuna. El aumento del nivel medio del mar obstruye evacuar las aguas lluvias hacia los cuerpos de agua e incluso el mar se mete por la bocas de desagüe. Al bajar la marea hay rápida resiliencia.

 

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