Columna


Tierrabomba y Gramalote

GERMÁN VIANA GUERRERO

26 de marzo de 2014 12:02 AM

En las elecciones para Congreso de la República, los nativos del corregimiento de Tierrabomba decidieron no votar.

La pérdida injustificada de 25 mil millones de pesos del Tesoro nacional para la protección de la isla contra las embestidas del mar, fue el detonante de la protesta. Los dineros se devolvieron. La falta de gestión impidió que los recursos se ejecutaran y obviamente el desastre continúa. Con anterioridad el Alcalde, en un acto de soberbia, manifestó no aceptar presiones y que la obra se haría el  próximo año previa reformulación y aprobación del proyecto.

Como consecuencia de la erosión, algunos tierrabomberos han perdido sus humildes viviendas. Los gobernantes distritales indolentes conocen esta tragedia por haberlos visitado en época preelectoral.
Los habitantes de esta paradisiaca isla poco o nada pueden disfrutar de sus  bellezas naturales. Su triste vida se contrae a la subsistencia, sin trabajo, con  precarios servicios públicos domiciliarios, de educación y salud, etc. Sus viviendas sucumben a este fenómeno natural esparciendo sus escombros en el mar. Según  los nativos, gran parte de ellas desaparecieron, otras están en riesgo y el resto en zonas altas.

Sin apoyo estatal, se desplazan a la parte alta de la isla, donde la miseria aumenta y el hacinamiento y la infelicidad transforman en amargura la que debería ser la agradable vida en una isla caribeña.

Gramalote, municipio nortesantandereano, como consecuencia de una falla geológica, resultó severamente afectado por la ola invernal del 2010. Todo el pueblo colapsó,  lo que dio lugar a que el  Presidente Santos ordenara  su reubicación y reconstrucción.

Solicitémosle al presidente Juan Manuel que en un acto de justicia con los afectados por este fenómeno natural, que ha generado un desastre de enormes proporciones en Tierrabomba, le dé una solución similar a la que dispuso con Gramalote, avalando la presentación de un proyecto que permita construir nuevas viviendas para los damnificados y empezar a cancelar la inmensa deuda social contraída hace varias décadas con sus habitantes.

Que esta protesta pacífica y significativa lleve luces al mandatario local, dejando de considerar la movilización como presión y la asuma como un grito de alerta e indignación; lógica respuesta a la indolencia de los que tienen la obligación de velar por los desprotegidos, y que se solidarice y presente un proyecto de vivienda para los damnificados y con el apoyo del Presidente lo lleve a feliz puerto.
Evitemos que la desesperanza y la incredulidad en los gobernantes lleven a la gente a recurrir a las vías de hecho como única fórmula para ser escuchados. Pongámonos en su lugar.

germanviana1@hotmail.com

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