Columna


Tiras cómicas del diablo

ORLANDO JOSÉ OLIVEROS ACOSTA

16 de enero de 2013 12:00 AM

ORLANDO JOSÉ OLIVEROS ACOSTA

16 de enero de 2013 12:00 AM

Quisiera que por un momento ninguno hiciera parte del chiste, de la broma pesada en la que A traza un plan con B para robarle todo a C. Pero a donde quiera que voy noto la tira cómica de este mundo: cuadros llenos de personas, plastas pintadas de amarillo, globos con palabras y plegarias sin éxito naciendo de nuestras bocas: el deteriorado cómic colombiano.
Es entonces cuando me doy cuenta de la gracia de la semana: otro proyecto hotelero iba a realizarse en el Parque Tayrona. Se trataba de Los Ciruelos, 12 cabañas artificiales en mitad del bosque seco tropical inherente a toda la zona y que está a punto de extinguirse. El Presidente ha dicho que la construcción no va hasta que no reduzcan el impacto ambiental, pero la certidumbre que nos queda es que aquellos territorios no son nuestros, son de ellos.
Así, nuestra parodia se inicia con la estructura legal en la que vivimos: las leyes colombianas permiten que exista la propiedad privada en pleno centro de una reserva natural, siempre y cuando cumpla con los requisitos ambientales. Con eso sólo nos queda esperar cómo los que tienen dinero van metiéndose en el monte y nos van cobrando la noche que antes podía ser tuya o mía.
Con tanta destrucción forestal tocará acostumbrarnos a una naturaleza de redes eléctricas y senderos de asfalto, de bosques fantasmas y motos ruidosas abriéndose paso entre la hierba como centauros de hierro. Tocará convivir en una república para turistas, resignados a perder nuestros paraísos por el que llega de afuera.
Quizás la pregunta que deberíamos hacernos no es si los empresarios y hoteleros cumplen con las licencias ambientales para construir, sería mejor averiguar cómo es que adquieren esos terrenos en el corazón del Tayrona. ¿Será que una parte del Estado negoció bajo la mesa algo que era de todos? ¿Será que los dueños anteriores se apropiaron ilícitamente de aquellas hectáreas en medio del silencio y del miedo de las comunidades indígenas?
A veces me pregunto en qué clase de democracia estamos, que se permiten estas cosas, si de veras existe o no, si eso del Contrato Social no era otra mentira de la historia. El tiempo nos ha mostrado una sociedad que no cede parte de sus libertades sino que las entrega todas. Colombia es la nación del contrato de idiotas, del sistema electoral imperfecto, del violento exilio de su pueblo que advierte con los años cómo se le va la tierra en una ráfaga de embustes y en un gargajo de sangre.
Todo esto parece absurdo, pero pensar así no cambia los hechos: este es un país donde la vida real es una caricatura y nosotros no somos más que tristes personajes, algunos destinados a morir, a callarse, a perderse en la trágica viñeta del día siguiente.
Apreciados lectores, salgan de sus casas y den una vuelta por el barrio. No piensen en el Tayrona. Empiecen a reírse de nuestro aborto de civilización moderna y olviden que nos han despojado de todo. Así de pronto ejerzan perfectamente el trabajo que los dueños del poder desean para ustedes.

*Estudiante de literatura de la Universidad de Cartagena.

orolaco@hotmail.com

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