Columna


Tocando fondo

MARTHA AMOR OLAYA

18 de febrero de 2013 12:00 AM

MARTHA AMOR OLAYA

18 de febrero de 2013 12:00 AM

Algún día Cartagena tenía que tocar fondo y creo que ese momento está llegando. Nuestra parsimonia y letargo en la reacción, hacía parecer que se tardaría más, pero un conjunto de hechos está precipitando ese momento que generaría cambios importantes y necesarios.
La crisis institucional en nuestra ciudad, nunca fue tan caótica. Nos iba a ir muy mal con Campo Elías, sus pocos meses frente a la administración presagiaban unos largos cuatro años de mal gobierno. De repente sus problemas de salud avizoraron, al menos, un panorama distinto. La posibilidad de nuevas elecciones era también la oportunidad de elegir mejor. Para los más pesimistas, era solo un sofisma más porque al final terminaríamos votando por los mismos de siempre.
Al referirnos a los mismos de siempre, nos vamos inmediatamente a las “casas políticas”. Estas después de tanto trasegar en el poder y de mantenernos pobres y despojados, comenzaron a perder terreno.
Tras la orden de captura de Piedad Zuccardi, su emporio languidece, como pasó con el de Cáceres tras su condena. Ellos, quienes han tenido alternancia con sus fichas en el poder local, están ahora en una posición desventajosa. Los pesimistas insisten en decir que seguirán reinando detrás de otras figuras, para el caso de los García ya se habla de uno de sus hijos. Pero el contexto es distinto. La silla queda vacía, los tentáculos sin cabeza, su imagen desvencijada, distanciados del uribismo, ausentes en el santismo y con menos poder de negociación y maniobra. Dicho poder no se acaba de la noche a la mañana, pero comienza a debilitarse.
Esto supondría un camino despejado para otro sector político liderado por la senadora Galvis, sin embargo, la crisis tiene pensando a la gente. La incertidumbre frente al futuro de la ciudad, un presente difícil y la certeza de que el camino no está tan empantanado por cacicazgos, por lo menos no con el mismo poder, tiene a nuevos grupos organizándose, gente que ha estado de espaldas a la política, preocupada e interesada. Jóvenes asumiendo liderazgos y responsabilidades ciudadanas. Quizás el cambio no se note ahora, pero comienza ahora. Los nombres tradicionales suenan desgastados para una masa crítica que siente el peso del desgobierno y entiende que sin su participación poco o nada puede exigir.
Y hay que empezar por exigir al gobierno central que respete nuestro derecho de ser gobernados por quienes elegimos. No podemos permitir que nos impongan un alcalde con fines políticos para las presidenciales de 2014. Campo quiere volver al poder con todo el derecho que tiene para ello, así no nos guste o no sea la mejor opción para la ciudad, se trata de respetar las reglas del juego. Su suspensión no tiene sustento más allá de jugadas políticas. Si lo queremos fuera, deberá ser mediante las herramientas que la democracia nos da, pero no podemos dejar que la politiquería siga decidiendo por nosotros.
Es el momento de arriesgarnos a la transformación. De rodear a las organizaciones que propenden un cambio en la clase dirigente y con ello, en la política que se practica en la ciudad. Es momento de dejar de quejarnos y de cruzarnos de brazo. Es el momento de actuar.

* Comunicadora social-periodista

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