Desde que recuerdo, hay un debate público donde unos dicen que debemos aprender de sociedades más avanzadas y traer políticas públicas de otras partes donde sí funcionan, mientras otros argumentan que debemos encontrar soluciones a nuestros problemas por nuestros propios medios, conservando nuestra autonomía e identidad.
Es un debate que vale la pena aclarar para aportar al desarrollo de políticas públicas que generen mejor calidad de vida, en un mundo cada vez más globalizado e impregnado por la tecnología.
Hay dos realidades que debemos reconocer: la primera es la cualidad humana de “aprendizaje colectivo”; las nuevas generaciones de seres humanos, a diferencia gatos o perros, no empezamos de cero, sino que partimos del conocimiento agregado de toda la humanidad gracias a nuestro valioso y complejo dote de comunicarnos.
Acumulando información de una generación a otra, hemos pasado de construir chalupas a cohetes aeroespaciales, de la esclavitud a los derechos humanos, o del feudalismo a una democracia representativa. La segunda realidad es que la transferencia de políticas exitosas de un país a otro aumenta, aunque esto no implique que el resultado de estas transferencias sea un éxito.
Negar estas realidades implicaría cerrarnos al mundo, como Corea del Norte o Venezuela, lo que recuerda que “el orgullo es la muleta de los débiles”.
Debemos adaptarnos mejor a la realidad, y evitar tres errores que hacen de la transferencia de políticas un fracaso: están las transferencias desinformadas, que están mal estudiadas; las incompletas, que son aplicadas a medias; o las inapropiadas, que están fuera de contexto. ¿Qué tiene de malo copiar una política de seguridad para salvar vidas? o ¿inspirarse en políticas educativas para generar oportunidades? Nada, mientras se haga bien el proceso. Sudamérica tiene que aprender de la Unión Europea, Colombia tiene que aprender de Canadá o Chile, y así como Turbaco debe aprender de Cartagena, Cartagena también debe aprender de Barranquilla o Montería.
No todo es positivo, la mayoría de las transferencias de políticas son coercitivas, hay países e instituciones internacionales que imponen reglas y requisitos universales, que de no aceptarlos, nos excluirían de la dinámica mundial. También están las élites políticas de países subdesarrollados que sólo importan políticas que favorecen su permanencia en el poder.
Lo ideal es escoger políticas racionalmente y aplicarlas bien y de acuerdo a lo que el país necesita, lo que solo es posible con una ciudadanía crítica y educada. El mejor ejemplo han sido los tigres asiáticos. La humanidad es una sola y hay un mundo de conocimiento que podemos usar a nuestro favor, aprovechando el escenario para no sólo conservar, sino redefinir nuestra identidad.
JAIME HERNÁNDEZ AMÍN
jaime.hernandez@sciencespo.fr
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