Columna


Tres grandes costeños

MIGUEL YANCES PEÑA

21 de abril de 2014 12:02 AM

En menos de un año han muerto tres de los más destacados artistas colombianos: dos canta autores, y un escritor. Todos oriundos de la costa caribe; región que contadas excepciones, produce pésimos políticos, pero los más grandes hombres.

La más reciente ha sido la muerte del premio Nobel de Literatura, Gabriel García Márquez. El hombre que nos hizo sonreír y también meditar, con el profundo conocimiento que tuvo del alma del costeño.

Cien años de soledad, sin duda alguna el más grande, se  vendió  alrededor del mundo. Nos identificó en el exterior como antes de él lo hacia el café, y posiblemente fue el que le hizo merecedor del gran premio.

Pero luego dos cuentos cortos lo mostraron como un gran narrador: el primero Crónica de una muerte anunciada, una historia en la que a pesar de conocerse desde el inicio el desenlace, logra mantener amarrado al lector que no deja de sufrirlo en una especie de masoquismo hasta terminar: como pretendiendo salvar a la víctima de un asesinato ya consumado.
Y el segundo Memorias de mis putas tristes la más bella historia de amor senil que yo haya leído; compite con otro suyo El amor en los tiempos del cólera tal vez el mejor de todos sus escritos.

El otro costeño que murió recién fue Diomedes Díaz. El Rafael Escalona del alma, el que cantó los amores profundos y sencillos de nuestra gente humilde; el que con un estilo peculiar, subía a las notas más altas y luego decencia a las más graves; que se movía entre el verso hablado y la melodía con una facilidad sorprendente; que alborotaba los sentimientos de su fanaticada. Sus canciones  y versos no cabrían en esta columna, son tantos: sabiduría popular, psicología natural, genio.

Y ya para terminar, Joe  Arroyo, el que resucitó para crear sus mejores composiciones y ganarse todos los Congos de Oro en Barranquilla; el de la voz estridente y melodiosa; el centurión de la noche; el que cantó y compuso, La Rebelión, La fundillo loco, Tamarindo seco”y a dúo, con Diomedes Ron pa´toel mundo entre muchas más.

Siempre me he preguntado por qué los más grandes hombres salen de las angustias del pueblo humilde, y no es que la creatividad artística sea su forma de ganarse la vida, o enriquecerse, esa oportunidad aparece cuando los empresarios los explotan y ahí se acaban.

Esta surge del alma; de la libertad de poder hacer lo que se desea sin la inhibición propia de quienes viven en niveles más altos de la sociedad, de esa sociedad  que intimida, que limita y condiciona los comportamientos y las expresiones artísticas.

Por eso, creo  yo, de la hi life nunca saldrá un Joe  Arroyo, un Diomedes Díaz, un Gabito, un Alejandro Obregón, un Sayayin, o tantos otros que se me escapan, a menos que se rebelen contra ella. Sea esta un homenaje a esos genios, a su valentía, a su originalidad.

movilyances@gmail.com

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