Columna


Trump, terroristas y censura

RICARDO TROTTI

09 de enero de 2016 12:00 AM

La respuesta estatal a incitar al terrorismo y la propaganda de grupos como el Estado Islámico y Al Qaeda en internet y redes sociales, desbarata logros en libertad de expresión que a la humanidad le costó siglos conseguir.

Muchos gobiernos: China, Alemania, Francia y el Consejo de Seguridad de la ONU, adoptaron la censura directa contra quienes usan el internet para incitar a favor del terrorismo, reclutar militantes y organizar atentados.

Aunque parezca loable y lógico, hay el peligro de poner todo en la misma bolsa, confundiéndose incitar a la violencia y los discursos de odio, con acciones directas de proselitismo extremista y organizar atentados, que sí merecen atención legislativa.

El problema es promulgar leyes en contra de incitar al terrorismo o la violencia y sobre los discursos de odio, dando a los gobiernos la excusa para reprimir formas legítimas de expresión, políticas, étnicas o religiosas. La nueva ley antiterrorista de China contra grupos terroristas en internet, sirve de ejemplo. Ya es usada para castigar a disidentes y opositores, calificándolos de terroristas.

En algunos países latinos, el solo mote de “terrorista de Estado” a opositores sirve para llenar las cárceles de presos políticos. En Inglaterra, la controversia es en torno a la legislación sobre el discurso de odio. El Parlamento inglés decidirá si permite entrar al país a Donald Trump, quien criticó a los musulmanes ingleses y dice que no dejará entrar a ningún musulmán a EEUU de llegar a la Presidencia.

Los dichos y prejuicios de Trump insultan, pero prohibírselos o condenar sus opiniones es exagerado y podría degenerar en excesos para censurar otras expresiones que, aunque ofensivas, pueden contribuir al debate y generar aprendizaje.

La jurisprudencia de la Corte Suprema de EEUU, que protege el derecho a la libertad de expresión sobre otros, solo permite restringir incitar a la violencia cuando la agresión es intencional o es un peligro inminente. La Corte prohíbe censurar los discursos inflamatorios, y cree que para lidiarlos es mejor más libertad que represión. En EEUU no se prohíben manifestaciones neonazis, alabanzas al Ku Klux Klan o quemar la bandera, si no entorpecen otras actividades públicas.

Castigar la incitación a la violencia y los discursos de odio siendo solo expresiones sin ser peligros inminentes provocaría abusos. La revista satírica francesa Charlie Hebdó no habría podido publicar esta semana un homenaje en tapa a sus 11 caricaturistas acribillados en nombre de Alá el año pasado. Publicó una caricatura de un Dios malvado con un fusil en su espalda y un titular sugerente – “Un año después el asesino sigue suelto”- que seguramente ofendió a musulmanes y creyentes en general, como lo señaló el Osservatore Romano del Vaticano.
 

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