Columna


“Trumpsición” y cambalache a la rusa

RICARDO TROTTI

14 de enero de 2017 12:00 AM

Para el traspaso de mando del 20 de enero Rusia se apuntó como actor principal en un ‘revival’ de la Guerra Fría con tramas conspirativas y piratas informáticos, con mentiras, filtraciones, sexo y chantaje.

Barack Obama se despidió en Chicago y Donald Trump hizo su primera conferencia de prensa en N.Y.C. En Miami, un tipo atracó un banco, se hizo filmar en Facebook Live, se escapó en Uber, regaló el dinero en la calle y pidió ir al Congreso para denunciar que Rusia iniciará la tercera guerra mundial, despechada por las sanciones de Obama y la expulsión de sus espías.

En esta telenovela, Obama habló de su legado. Resucitó un país quebrado; creó más conciencia sobre el cambio climático, pero admitió que poco hizo por la igualdad y por acabar la violencia racista. Se olvidó que deportó a 2,7 millones de inmigrantes, más que todos sus antecesores juntos, y eliminó privilegios de los inmigrantes cubanos.

No pasará a la historia como el mejor Presidente, en especial por la falta de transparencia. Desvió la atención con las sanciones a Rusia por el pirateo informático a Clinton. Su promesa incumplida sobre más transparencia se agravó con la cerrazón informativa, el espionaje a la AP y en las redes sociales.

Trump reveló lo que se sospechaba. No se volvió más presidenciable. Atacó a la prensa y quizá sus anuncios y líos diplomáticos seguirán por Twitter, como todos los populistas latinos que prefieren la comunicación directa, sin filtros ni preguntas.

Sí cambió su perspectiva sobre los rusos y Vladimir Putin. Admitió que el presidente ruso tiene responsabilidad en los ciberataques antes y durante las elecciones. Pero como dijo Julian Assange de Wikileaks, fue el contenido de lo filtrado lo que influenció contra ella; y cayó porque los electores de Michigan, Wisconsin y Ohio le voltearon la espalda.

Trump aprovechó para victimizarse de chantaje y de una “cacería de brujas”. Las filtraciones y los ciberataques rusos contra empresas privadas y el gobierno estadounidense suceden a diario y por décadas. Desacreditar al propio sistema no parece inteligente para la geopolítica internacional.

No todos los informes de inteligencia son creíbles. Trump los desacreditó comparándolos con la pifia por las armas de destrucción masiva de Saddam Hussein. Y cuando las elecciones fueron afectadas por sitios de noticias falsas en Facebook, toda acusación, sin evidencias, debe tomarse con pinzas. Pero las falsedades crecen según la relevancia del perjudicado, más aún si hay negocios fraudulentos y orgías sexuales como se le sindican.

Trump le demostró a la prensa que habrá guerra; es díscolo y vengativo, no perdona una coma que pueda enturbiar su marca registrada. Además, si en una presidencia normal como la de Obama hubo poca transparencia, ¿qué pasará ahora? Trump repite mentiras como verdades, exagera, es poco transparente y se avecina una más estricta cerrazón informativa.

El despliegue de la prensa para chequear las exageraciones y aseveraciones de Trump, también demuestra que está preparada. Tendrá en este período una tarea superlativa, vigilar y fiscalizar a fondo. Es la única institución capaz de garantizar el equilibrio de poderes y que este cambalache a la rusa no se desborde.

Trump le demostró a la prensa que habrá guerra; es díscolo y vengativo, no perdona una coma que pueda enturbiar su marca registrada. 

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