Columna


Tú puedes alcanzar lo que quieras

GERARDO MÉNDEZ SOLANO

02 de mayo de 2013 12:00 AM

GERARDO MÉNDEZ SOLANO

02 de mayo de 2013 12:00 AM

En psicología se sabe que los individuos más orientados al “Locus de Control Interno”, tienden a pensar que lo que les ocurre depende de ellos mismos, es decir, que controlan sus vidas.
Los seres humanos en general, y aún más los latinoamericanos, tendemos a pertenecer al L. C. Externo. Solemos atribuir nuestro destino a la superstición, la suerte, Dios, la Virgen, el Gobierno, el alcalde…; y etc.. Pues bien, la neurociencia ahora nos demuestra que las personas que son así (Locus Externo) son menos exitosas. Pero hay una buena noticia…; ¡tú puedes decidir ser Locus Interno!
Resulta que dos personas, digamos G y K, tienen la misma motivación en su trabajo y G tiene incluso más habilidades innatas, pero ambos enfrentan las tareas de modo distinto. G siente que las habilidades que tiene son innatas…; y por tanto, considera que muy difícilmente pueden cambiar. K, mientras tanto, ve su vida como una mejora constante, un aprendizaje diario; considera que sus habilidades pueden mejorar y dependen de él mismo.
Teniendo en cuenta esto, G afrontará las tareas con energía, pero de manera poco metódica y organizada, y haciendo poco caso a la retroalimentación que pudiera obtener para mejorar en la próxima ocasión; no se esfuerza mucho para aprender a diario. Así G sea muy talentoso, K terminará superándolo y haciendo una mejor tarea, un mejor trabajo.
La personalidad de un “G” se forma desde niño, e incluso tiene que ver con esos “espaldarazos” que nos dan nuestros padres felicitándonos cuando hicimos una buena tarea, diciéndonos: “¡Es que tú eres muy inteligente!”. Esa expresión nos hace pensar que lo hicimos bien por nuestra inteligencia y no por nuestro esfuerzo, disciplina, o método.
Así que, de ahí en adelante, cada vez que hagamos algo bien, supondremos que es por “nuestra inteligencia”, y cada vez que algo nos salga mal, empezaremos a dudar de ella y de nuestras capacidades. Y en la medida en que dudemos de nuestras capacidades, más emociones negativas nos acapararán, perdiendo nuestra autoestima, y haciendo que dediquemos menos tiempo a buscar formas de mejorar.
Está demostrado que la personalidad del K responde mejor a situaciones gerenciales difíciles; es más optimista acerca de su futuro y se impone metas más altas. La personalidad como la de G está asociada a desempeños pobres en el largo plazo, porque cuando alguien piensa que su desempeño depende de habilidades innatas, asume que poco puede hacer para mejorar.
Cuando encara una tarea, es más enérgico pero desordenado, perdiendo tiempo en estrategias poco productivas, en vez de técnicas o investigaciones que le permitan superarse.

*Director de Criterium - Investigador de mercados – asesor estratégico

gerardo@criterium.com.co
@Criteriumsas

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