Columna


Un atropello que no termina

REBECA GONZÁLEZ DE LEÓN

12 de mayo de 2014 08:57 AM

La familia Henríquez Mattos, oriunda del corregimiento de Taganga de la ciudad de Santa Marta, fue víctima del desplazamiento debido al hostigamiento, a las amenazas de muerte y al secuestro que sufrió Jesús María Henríquez (cabeza de la familia) por parte de los paramilitares, por ello tuvieron que desplazarse a la Ciudad de Cartagena, acá residen en una casa que no se encuentra en las mejores condiciones.

Pero la agonía de Jesús María y su familia no para ahí, ahora enfrenta una lucha para que le otorguen un subsidio de vivienda al que él (por ser víctima) tiene derecho, pero dicho subsidio se ha truncado porque a Jesús María le aparece un bien inmueble registrado a su nombre, bien que dicho sea de paso no se lo otorgó el Estado.

Las salidas legales que expertos en el tema aconsejan a la familia Henríquez Mattos es que por vía judicial reclamen la restitución (pues son víctimas de despojo) o que pidan compensación y reubicación. Todo lo anterior son trámites judiciales dispendiosos que no estamos seguros si la familia de Jesús María podrá soportar o si es lo que realmente desean, pues hace más de 70 días Jesús María comenzó una huelga en los bajos de la Alcaldía de Cartagena y durante todo ese tiempo dice él que  solo ha consumido líquido. Lo pude conocer y hablé con él, su estado de salud se ve bastante deteriorado y él insiste que no descansará hasta que no le otorguen dicho subsidio.

A mis manos llegó la denuncia que el hijo de Jesús María interpuso ante las autoridades en donde narra cómo miembros de la policía, de la alcaldía mayor y de la alcaldía de la localidad uno, al parecer le desarmaron su cambuche donde ha estado ubicado todo este tiempo y se le llevaron algunas de sus pertenencias, todo lo anterior –según lo narran en la denuncia hecha- fue de manera violenta. De ser así, qué doloroso es evidenciar una vez más cómo en Cartagena no se respeta a las víctimas, por lo menos desde la alcaldía deberían ir pensando en reubicar transitoriamente a esta familia de desplazados en lugar de tener actitudes displicentes con ellos.

Sumado a lo anterior, he conversado con personas intolerantes que se refieren a Jesús María y a su caso de manera hiriente y elitista y hasta con desprecio lo miran, sin conocer bien su historia ni comprender el martirio y el caos emocional que padecen las víctimas del conflicto armado en este país. De vez en cuando sería bueno que en lugar de juzgar a las víctimas desde la comodidad de nuestros hogares, camináramos por un momento en sus zapatos. Las víctimas no necesitan más golpes de los ya recibidos sino todo nuestro apoyo.

Y como si fuera poco, en días pasados Noticia Caracol subvalorando y desconociendo la lucha de Jesús María, se refirió a él como un “habitante de la calle”, lo que ocasionó una fuerte reacción por parte de movimientos de víctimas en las redes sociales quienes exigen que este medio rectifique.

Ahora bien, independientemente de que Jesús Henríquez tenga o no tenga derecho a ese subsidio de vivienda, existe una realidad que nadie puede negar: él y su familia sufrieron en carne propia el látigo de la violencia en Colombia, se vieron obligados abandonar su tierra, los que no hemos vivido eso difícilmente podremos comprender el dolor y la pesada cruz que esa familia, así como miles de víctimas, cargan. Dejemos de juzgarlos, estigmatizarlos e ignorarlos.

Si analizamos lo que rodea a la familia Henríquez Mattos y lo recientemente ocurrido, el atropello contra ellos no ha cesado desde aquella vez que los paramilitares los despojaron. 

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