Columna


Un buen esposo y padre

JUDITH ARAÚJO DE PANIZA

16 de marzo de 2014 12:02 AM


Aprovechemos que se aproxima la solemnidad de San José, esposo virginal de María y padre adoptivo de Jesús, para meditar sobre el arte de ser buen esposo y padre, papeles tan trascendentes para la vida del ser humano y de la sociedad.
Los Evangelios nos relatan  sobre algunas actuaciones de San José, de las que concluimos su manera de ser. Hombre de oración y trabajo, obediente a Dios: “No dudes en recibir en tu casa a María, tu esposa, porque ella ha concebido por obra del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo y le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados”*.
Como esposo San José mostró amor, ternura, castidad, respeto, cuidado y protección a María. Un gran ejemplo frente a la infidelidad, el machismo, el feminismo, la concupiscencia y la exaltación de la sensualidad, la pornografía, que causan tanto dolor y división en tantas familias.
Como padre mostró lo importante que es estar abierto a la voluntad de Dios, consagró a Jesús a los pocos días de nacido, atento a sus necesidades, saliendo al exilio para protegerlo y regresando en el momento conveniente para que cumpliera su misión. “Jesús les obedecía en todo... crecía en cuerpo y mente, gozando del favor de Dios y de los hombres… su madre guardaba todo en el corazón”*.
La gran mayoría de los problemas personales y sociales se derivan de no asumir con dignidad como esposos o como padres, frente a las necesidades afectivas, físicas, morales y espirituales de nuestros cónyuges e hijos. Necesitamos aprender de San José, la vivencia de: amor, seguridad, atención, disciplina, autoridad, generosidad, pureza, sencillez, de las virtudes humanas de la prudencia, la fortaleza, la templanza y la justicia y las sobrenaturales de la fe, la esperanza y la caridad.
San José vivía con alegría y fortaleza frente a las dificultades, creciendo cada día en virtud, centrando su vida en Dios y en sacar adelante a su familia. Cuántos hombres alejados de Dios se desentienden de sus esposas e hijos; cuántos hijos sin padre; cuántos prefieren gastarse su sustento en licor y otros vicios y ponen en segundo plano a su familia; a cuántos se les olvida que la vida es oportunidad para crecer en virtudes y que son un mal ejemplo con su comportamiento frente a sus hijos.
Todos estamos llamados a revisar nuestro papel de esposos y padres, pidámosle a San José, que sepamos confiar nuestro corazón a Dios y crecer en virtudes, en la vida de familia y en el trabajo cotidiano, teniendo como centro a Jesús, para que, con la ayuda de su gracia, podamos ser buenos esposos y padres, construyamos una sociedad fraterna y justa y gocemos la felicidad eterna con Dios.
*Mt 1, 16.18-21.24; Lc 2, 51-52

 


*Economista, orientadora familiar y coach personal y empresarial.

judithdepaniza@yahoo.com

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