Columna


Un destino perfumado de coincidencias

JORGE RUMIÉ

04 de septiembre de 2015 12:00 AM

Si en el cielo se compartieran las habitaciones, estoy seguro que San Pedro acomodaría en el mismo cuarto al presidente Lincoln y a Kennedy. Hay tantas casualidades entre ambos, que el destino se perfumó de puras coincidencias.

Tanto Abraham Lincoln como John Kennedy fueron presidentes muy queridos por su gente. Ambos fueron demócratas asesinados siendo presidentes y ambos lucharon fervientemente por los derechos de los afroamericanos. Ambos apellidos tienen 7 letras y ambos fueron los segundos entre sus hermanos.

Mientras Lincoln fue elegido presidente en el año de 1860, a Kennedy le llega su turno en 1960, un siglo después. Lincoln fue diputado en el año 1846, y Kennedy lo sería en 1946, 100 años después, también.

Ambos presidentes son asesinados un viernes con disparos en la cabeza y ambos estaban acompañados por sus esposas. Pero hay más: mientas el señor John Booth, el asesino de Lincoln, nace en el año de 1839, el señor Lee Harvey Oswald, el asesino de Kennedy, lo hace en 1939, nuevamente 100 años después.  Y como todos recordarán, ambos criminales fueron perseguidos y muertos al poco tiempo de los magnicidios. Nunca hubo confesiones. Nunca hubo juicios, y para los dos casos siempre se estuvo de acuerdo en que existieron pruebas suficientes – jamás tenidas en cuenta – para demostrar complots. 

Pero sigue la cosa: mientras quien asesinó a Lincoln lo hizo en un teatro y luego fue encontrado en un depósito, el asesino de Kennedy lo hizo desde un depósito y es arrestado luego en un teatro. Ambos gobernantes son asesinados en lugares públicos, entre mucha gente y a ambos les recomendaron no exponerse. Lincoln soñó su muerte –con velorio y todo- una semana antes y se lo contó a su mujer. En el caso de Kennedy, hay muchos registros de llamadas en el FBI de personas con la premonición de que el presidente sería asesinado en Dallas, donde ocurrió la tragedia.  

Cuando Lincoln es asesinado, asume la presidencia un señor de apellido Johnson, su vicepresidente. Cuando matan a Kennedy, ¿adivinen quién asume el cargo? Pues otro Johnson, su vicepresidente. Y mientras el primero nace en el año de 1808, el segundo lo hace en 1908, un siglo después. Y para cerrar con broche de oro, dice la leyenda que antes de morir Lincoln visitó la ciudad de Monroe, en Maryland, mientras que Kennedy visitó a Marilyn Monroe.  Joda… apaga y vamos.

jorgerumie@gmail.com

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