Columna


¡Una cadena de alegrías!

SARA MARCELA BOZZI ANDERSON

01 de julio de 2014 12:02 AM

Después de campañas sucias, de tensiones inútiles y de descalabros verbales, nuestro país se ha llenado de un merecido optimismo, propiciado por la magnífica Selección Colombia que nos representa en la Copa Mundial de Fútbol de Brasil. Y el orgullo se multiplica, pues no se trata de un triunfo individualista y aislado, sino de la victoria que se inspira en el esfuerzo colectivo, en la cohesión y unidad de un equipo que sabe que en cada presentación debe dejar desplegado en el terreno de juego, su pundonor deportivo.

Y es que una de las formas de medir el desarrollo de los pueblos, es hoy su desempeño en el campo de juego. Cuando éramos niños, los maestros solían recordarnos que “en la mesa y en el juego se conoce al caballero”. Nada más cierto que este refrán popular. Y el fútbol debería regresar al “juego bonito del Brasil”, en el memorable,  México 70.

Además del milagroso Pelé, el Brasil contaba entonces con jugadores como Rivelino, Gerson, Tostao, Carlos Alberto, Jairzinho, quienes sabían tocar la pelota y mantenerla casi siempre en el campo contrario.

El Brasil del 70 no hemos vuelto a verlo bailando en la hierba verde de las canchas. Aquellos juegos de cintura de los delanteros y la eufórica manera de  celebrar cada gol nos hacían sentir que para unificar el mundo bastaba soñar con sólo un balón.

Hoy no es Brasil el que nos hace soñar, sino nuestra propia Selección Colombia, que le apuesta al juego limpio, a las declaraciones sensatas del viejo José Pékerman, a los goles de James Rodríguez y a una disciplina colectiva que se constituye en un ejemplo para la juventud.

Deplorable la actitud del artillero uruguayo Luis Suárez que frente a las tribunas, de las cámaras de televisión y de sus compañeros trató de desahogar su frustración, propinándole un mordisco salvaje al futbolista italiano que descubrió ante el árbitro la marca de los dientes feroces de Suárez. ¿Qué podrá pensar un niño ante semejante espectáculo? ¿Qué podrán pensar las barras correctas y las barras bravas, ante semejante expresión de violencia en las canchas?

Creemos que el sentido del deporte se ha distorsionado. La danza de los millones, la corrupción al interior de la FIFA y el fanatismo que rodea cada presentación de los equipos en la cancha están desvirtuando al deporte como una forma de brindar fortaleza, armonía y entrega a los países participantes. Queremos regresar a los orígenes del deporte en los cuales triunfaba siempre el más digno, el más respetuoso, el más fuerte.

Condenamos también el desorden que se ve en las celebraciones por los triunfos de los equipos y que conducen a trifulcas, muertes y a sembrar el odio entre las delegaciones. En los actuales momentos, el mundo necesita unirse en torno a un balón de fútbol, y, sobre todo, Colombia debe seguir recibiendo una dulce lluvia de alegría, de entusiasmo y de reconocimiento dentro y fuera del país.

saramarcelabozzi@hotmail.com
 

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