Columna


Una línea más grande

DIANA MARTÍNEZ BERROCAL

23 de febrero de 2017 12:00 AM

Recuerdo que una vez en clase de filosofía, el profesor tomó el marcador y trazó una línea horizontal en el tablero y nos planteó el siguiente interrogante: ¿Cómo hacer que esa línea se vea más pequeña sin tocarla?

Todas las posibles soluciones que dimos fueron incorrectas porque de una u otra manera implicaban tocar la línea para hacerla más pequeña. Entonces el profesor tomó de nuevo el marcador y dijo: “una forma de hacer que esta línea se vea más pequeña sin tocarla, es haciendo otra línea paralela mucho más grande, de tal manera, que la primera línea se vea más corta”.

Este ejercicio me llevó a la siguiente analogía: la primera línea representa todos los problemas que afectan a nuestro país (inseguridad, crisis en la salud, desempleo, pobreza), que cada nuevo gobernante que llega al poder, intenta combatir, disminuir, acortar o reducir sin óptimos resultados. Casi que a la inversa, estos indicadores se incrementan. Nos hemos desgastado en atacar las consecuencias de un problema y no su causa. Si no actuamos sobre lo estructural, sobre el fondo, cualquier esfuerzo será inútil y peor aún, el problema se agravara.

Enfrentamos la inseguridad ciudadana con un código de policía repleto de multas cuando no hay nada más sobornable que un policía. Enfrentamos la corrupción del servidor público con un estatuto anticorrupción cuando los que lo hacen son la matriz de ella. Enfrentamos la crisis financiera con una reforma tributaria cuando sabemos que ese recaudo no llegará a su destino. Enfrentamos la falta de transparencia en el sistema electoral y en el ejercicio de los procesos democráticos con una reforma política que jamás nos devolverá la confianza ciudadana.

Parece que todo lo queremos solucionar con más normas e indiscutiblemente, la fiebre no está en las sabanas. Los problemas que nos afectan son la consecuencia de una misma causa: la corrupción y este es un problema de moral, no de leyes. Como si fuera un presagio, hace casi 2000 años el historiador romano Tácito afirmó algo que aún tiene vigencia: “cuanto más corrupto es el Estado, más leyes tiene”. 

Si siempre hacemos lo mismo, siempre vamos a obtener lo mismo, así que sería bueno intentar hacer las cosas de una manera distinta y creo que la mejor forma de reducir todas las consecuencias de esa gruesa línea de corrupción, es como en el ejercicio filosófico: fomentando una nueva cultura de valores en los seres humanos (educar), de tal manera, que todas esas conductas se vean tan pequeñas, que ser corrupto no sea un estilo de vida sino un comportamiento aislado y reprochable en completa vía de extinción.

**Abogada, especialista en Derecho Público y Ciencias Políticas

*Rotaremos este espacio para mayor variedad de opiniones.

dianamb1@hotmail.com

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