Columna


Una nueva historia

ÁLVARO E. QUINTANA SALCEDO

24 de diciembre de 2014 12:51 PM

La lluvia cayó una tarde cualquiera de diciembre. Llegó sin avisar mojando las calles resecas de la historia. Fueron instantes de desconcierto. ¿En qué momento lluvia, marea y alcantarillas se confabularon para arrastrar las rutinas de locales y foráneos? Las esencias del café del reloj, en la esquina del Urban Royal Hotel se confundieron con los hedores y los recuerdos de un pasado glorioso se escabullían entre las miradas atónitas de la gente.

En el loco corre corre de estos días, menos sentimos que la ciudad nos pertenece. El reflejo del agua estancada de la calle larga solo retrataba el caos, un caos más largo que el del 11 de diciembre.

Hay días en los que todo en Cartagena parece absurdo. Por estos días las filas para pagar en los almacenes ya se hacen más largas que las listas de nuestros propósitos. No vemos más allá de la necesidad del momento. ¿Podemos aun concebir una ciudad sostenible para nuestras futuras generaciones? No es un cambio de ciudad lo prioritario. Lo preeminente es un cambio en nosotros, un cambio en nuestra ciudadanía y en la forma en la que nos relacionamos y participamos.

Diciembre acaba. Un año más termina. Todo se acaba. La ropa, la comida, la alegría, la tristeza. Pero ojalá en Cartagena acabara la mala racha para muchas cosas. En el 2015 elegiremos nuevos gobernantes y es pertinente que abramos espacios de debate concienzudo sobre las opciones que tiene la ciudad para el cambio.

Solo me referiré a tres prioridades para el cambio. La primera,  cambio en el paradigma de movilidad. Si queremos que mejore la movilidad debemos procurar la reestructuración de todo lo que significa transporte público. Las ciudades sostenibles tienen los mejores sistemas de transporte porque la eficiencia del mismo desestimula per se  la compra de vehículos.

La segunda, es la adaptación al cambio climático. No se puede esperar más y aquí debe concurrir toda la capacidad institucional de la ciudad: Academia, aparato público y empresa privada.

Por último, y no menos importante, es urgente y necesario un cambio profundo de pensamiento ciudadano que despierte una participación tal, que propenda no sólo por elegir mejor, sino también por apostar a un gobernante que permita la continuidad de la participación  en la toma de decisiones durante todo su gobierno. 

El año terminó, pero que no terminen nuestras esperanzas. Una página nueva y en blanco se abre para escribir una nueva historia. Afrontemos el futuro con una fe que mueva montañas y preparémonos para el cambio. ¡Un feliz nuevo Año Cartagena!

Alvaro E. Quintana Salcedo
Docente Universitario
alvaroquintana@gestores.com

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