Von Choltitz enfrentó el difícil dilema entre ética y conveniencia: cumplir la demencial orden o arriesgarse a desobedecerla.
El 25 de agosto se cumplieron 70 años de cuando las fuerzas aliadas liberaron París de la opresión nazi. Lo curioso es que en esos días esa bella ciudad estuvo a punto de ser destruida por el ejército de ocupación alemán, ya que Hitler, ante la inminencia de la liberación, le envió el 23 de agosto de 1944, al general Dietrich Von Choltitz, gobernador militar alemán en París, una orden neroniana, así: “París debe ser defendida a cualquier precio. La destrucción de los puentes del Sena debe ser preparada. París no debe caer en manos del enemigo, y si sucede, debe ser cuando haya quedado en ruinas”.
Von Choltitz enfrentó el difícil dilema entre ética y conveniencia: cumplir la demencial orden o arriesgarse a desobedecerla. Destruir París significaba dinamitar sus monumentos y museos y destruir miles de obras de arte de valor incalculable; y no hacerlo era exponerse él y su familia a la feroz represalia de Hitler. Abrumado, llamó al Mariscal Walter Model, jefe de las fuerzas alemanas en el Oeste y adujo varias excusas para incumplir la orden: muchos edificios importantes estaban en manos de los rebeldes, por lo cual era imposible ponerles cargas explosivas; y que destruir ese patrimonio artístico era un crimen cultural.
Como Model calló (callar a veces es aquiescencia, decía Unamuno) entonces Von Cholitz habló con Hans Speidel, jefe del Estado Mayor de Model y en tono irónico le “agradeció” el encargo de destruir París y le dijo que ya había ordenado poner varias toneladas de explosivos en la catedral de Notre Dame, en el Louvre y en la Torre Eiffel. Speidel, al notar el sarcasmo de Von Cholititz, se lavó las manos y dijo que la orden era del propio Hitler.
Von Cholititz, enfrentado al dilema, prefirió el “deshonor” de la insubordinación militar a la llamada “obediencia debida” y no destruyó París. El 25 de agosto de 1944 París fue liberada por las tropas aliadas. Cuando Hitler se enteró, telefoneó a través de su ayudante a Von Cholitz, y el diálogo fue histórico. Desde el cuartel de Hitler preguntaron: ¿Arde París? “No, no arde”, respondió el secretario de Von Cholitz y para que se convencieran, puso el auricular del teléfono sobre la ventana para que se oyeran las notas de La Marsellesa, una manera elegante de decirle que Alemania había perdido el control sobre París. Después de la liberación de París Von Choltitz preso por los aliados y fue liberado en 1947. Murió en 1966 en Baden, Alemania. No cumplir la orden de Hitler salvó a París y a su enorme patrimonio cultural de la devastación que representaba la orden neroniana del Fuhrer, quizás por eso a su sepelio concurrieron muchos franceses agradecidos.
*Escritor
menrodster@gmail.com
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