Con frecuencia los oficiales de alto rango desmienten a quienes afirman que es política de la Policía Nacional impedir que los reporteros acudan al lugar en donde ocurren hechos que pueden interesar a la ciudadanía. Les creo. Pero eso no es óbice para recordar que la sola tentativa de un agente para dificultar la labor de un periodista es motivo de alarma. Implica la aplicación de censura. Es que ellos no están autorizados para restringir la circulación de un periodista cuando intenta aclarar un suceso, ni para despojarlo de sus implementos o del material que recogió.No obstante se sabe de las agresiones que cometen agentes de policía, como la muerte de Guillermo Quiroz Delgado, en Sincelejo, y el ataque que soportó Ana María García, en Bogotá. En ambos casos las víctimas actuaban como reporteros. La diferencia estriba en que de un hecho quedó registró fotográfico y fílmico y del otro no. Debido a ello se determinó que el agresor, para evitar que García captara imágenes de un accidente y que se difundieran, se abalanzó sobre ella y la sometió. En cambio, las circunstancias de la caída de Quiroz todavía se desconocen.
Lo de Quiroz comenzó cuando los agentes, que vigilaban una protesta en contra de Pacific Rubiales le retuvieron la motocicleta en que se transportaba. Él no exhibió los documentos que de acuerdo con la ley debe portar quien conduce un automotor. Una imprudencia, sin dudas, como también la de subirse al camión en donde embarcaron su vehículo y discutir con los agentes, quizás por sentir que le arrebataban su medio de locomoción y le limitaban en sus desplazamientos, por lo que no podría llegar al lugar de la noticia con la prontitud que requería para enterarse de los pormenores.
Además, es probable que los alegatos del periodista lastimaran la dignidad de los policías. Al fin de cuentas los antecedentes permiten colegir que la angustia la padecía Quiroz. Pero por mucho que este se hubiere desquiciado y vapuleado la honra de los agentes, la respuesta no era propinarle una paliza, ni lanzarlo desde la plataforma del camión, como cuentan sus parientes que él manifestó mientras estuvo en la clínica intentando recuperarse de las lesiones.
De verificarse la versión de la víctima, quedaría en evidencia que los policías olvidaron que su misión consiste en defender a la ciudadanía y que un individuo que carece de un arma, por mucho que vocifere o amague, no es amenaza para un grupo de agentes, no solo por estos ser mayoría, sino por dominar las técnicas de defensa que le permitían reducirlo. Y, aunque creo que a los agentes se les instruye para que no maltraten a los civiles durante los operativos que realicen, advierto que muchos pierden la paciencia con facilidad, excediéndose en el uso de la fuerza y deslegitimando el proceder de la autoridad.
Entonces uno se pregunta si estos desafueros tienen que ver con el poco rigor que se aplica para escoger a los futuros agentes o a la calidad de la educación que se les imparte. ¿Hasta qué punto impera la laxitud para evaluarlos? ¿Qué tan preparados están los instructores? Todo porque, si atropellan a los periodistas que cuentan con los medios para difundir las agresiones que padecen, ¿qué puede esperar el que no pertenece al gremio?
Sino que lo diga el niño de Sampués.
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