Columna


Usurpar el espacio público

HERNANDO TRUCCO PUELLO

15 de abril de 2014 12:02 AM

Es reiterada la usurpación del espacio monumental de uso público, con la complicidad estatal que desconoce este tipo de conducta, entre tantas, disfrazada de legitimidad aplicando todo el arsenal que el Derecho le da para blindarla. Y lo peor: está tan bien hecho que la ciudadanía inocente desconoce que haya allí algún ilícito. Son las áreas externas del Centro de Convenciones de Cartagena, donde hace más de 30 años el estado hizo una operación urbanística en apariencia legítima con la relocalización y posterior destrucción del Mercado Público de Cartagena, con el otro regalo, la construcción del mercado en Bazurto.

Hasta allí fue hecha con toda seguridad con buenas intenciones de sus promotores locales y nacionales. El CCC tendría un reconocido y justo balance con superávit en el desarrollo turístico de la ciudad, restando el gran perjuicio a los cartageneros, al excluirlos y marginarlos de los espacios y eventos que en él se organizaran, entre ellos las prestadas áreas: una gran plaza y unas 6 ó 7 callejuelas amén de la extensa rivera del Arsenal getesemanisense donde los cartageneros no han obtenido ningún beneficio recreativo o de movilidad. Antes por el contrario lo cerraron con una reja impenetrable y a la mejor usanza berlinesa, se consumó la privatización de uso exclusivo, que deja al CCC en un lugar idéntico al de cualquier invasor del espacio público de la ciudad.

Además existen las áreas arqueológicas y patrimoniales del Arsenal y los baluartes de Santa Isabel y Barahona. ¿Qué pasó con esas calles y plaza? Se refundieron con el diseño final del edificio y a conveniencia de la función para la que fue erigido. Muchos se preguntarán: ¿y por qué esta reacción tardía? Porque están a punto de vencerse los términos para el retorno de ese espacio público a su usuario legítimo, los habitantes excluidos de Cartagena, espacio usufructuado por una institución con anuencia del Estado.
Esto sería además aún menos importante porque jamás se consideró la posibilidad por ejemplo de restaurar el mercado público y meter el CCC allí, pues cabía perfectamente, no había que demolerlo y hoy sería un fastuoso e interesante lugar. Pero no, la historia es así. Había  que hacerla con los que no tenían la  conciencia patrimonial en ese entonces.

No renunciemos al legítimo derecho de usufructo de un espacio que nos pertenece, donde además en el futuro se tendrá que hacer un proyecto de exhumación de ruinas arqueológicas, de las antiguas murallas y tinglados del Arsenal de Cartagena, que sería a no dudarlo otro atractivo histórico más, o seguiremos dejando que las legítimas actividades de CCC se sigan tornando ilegítimas. ¿Acaso tendremos que hacer como en el Berlín de los ochenta? Decir, como lo hizo Reagan: “Alcalde, tire esa reja”.

*Concejal Partido Liberal

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